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Edadismo


Hace unos años un veterano amigo soltó en una mesa con teatristas de medio mundo que era muy difícil encontrar actores y actrices mayores de cuarenta años en los repartos. Nos hizo reflexionar y contar a los presentes y llegamos a la conclusión de que, por diversas circunstancias, llega un momento, que acostumbra a estar alrededor de esa edad, donde las crisis hacen creer que ya no hay vuelta atrás, que se toman decisiones para huir de la incertidumbre y los sinsabores de una profesión que no proporciona una seguridad suficiente.

En estos días he asistido a estrenos de producciones institucionales donde se veía en los repartos una tendencia a los usos y costumbres de aquel teatro independiente que no sabemos dónde se archivó. Actores y actrices haciendo varios, yo diría que muchos, demasiados, papeles, lo que producía una extraña sensación. Y como es muy difícil encontrar en los escenarios a actores y actrices de cierta edad, cosa que en el cine no pasa de la misma manera, se puede estar asistiendo a un edadismo involutivo, a un menosprecio de la sabiduría de estos intérpretes que fueron autodidactas en muchos casos, pero que asistieron a decenas de cursos para formarse y han recorrido millones de kilómetros para representar decenas de obras en los escenarios más inverosímiles. Se merecen, cuando menos, un respeto y ser considerados como contratables por su calidad, experiencia y conocimientos.