Aitor AGIRREZABAL

«Chemsex» o dopaje sexual, un problema de salud pública a abordar

El «chemsex», el fenómeno de consumir drogas ligado a relaciones sexuales entre hombres durante horas o días, sigue siendo una práctica oculta en Nafarroa. Sin embargo, expertos afirman que comienza a ser un problema de salud pública que afecta a las ITS y adicciones y que hay que abordarlo desde el ámbito comunitario.

Ciertos atributos físicos, aguantar más mientras practicas sexo o ser dominante no escapan a los códigos de estas relaciones. Y el consumo de ciertas drogas ayuda a ello.
Ciertos atributos físicos, aguantar más mientras practicas sexo o ser dominante no escapan a los códigos de estas relaciones. Y el consumo de ciertas drogas ayuda a ello. (Idoia ZABALETA | FOKU)

E l primer paso ante un problema es conocerlo». La frase la pronunció Carlos Ibero, médico de enfermedades infecciosas del Hospital Universitario de Nafarroa durante la Jornada Chemsex organizada por la Asociación Sare en colaboración con Fenix Asociación y Ehgam Nafarroa ayer en Iruñea.

Y es que hablamos de algo todavía desconocido, oculto. El chemsex, de forma simple, es el dopaje sexual. El consumo intencionado de sustancias para poder tener sexo entre hombres gais, hombres solos frente a una pantalla, bisexuales y otros hombres que tienes relaciones con hombres durante un largo periodo de tiempo, horas e incluso días. Con causalidades, riesgos y estigmas propios.

Las drogas relacionadas al sexo no son exclusivas de la comunidad gay ni de la actualidad. El chemsex, sin embargo, se observa ahora y en este colectivo, donde el consumo es cinco veces superior al de la población general. Es incluso más destacado entre personas infectadas con VIH y predominan sustancias como el popper, la viagra, el GHB o la metanfetamina.

Las asociaciones ponentes presentaron algunos datos de un estudio realizado con 67 usuarios de sexdopaje en Nafarroa. El 70% de estas personas reconoció buscar «desinhibición o euforia» al tomar sustancias para practicar sexo, con un 40% señalando también «la prolongación o el aumento del placer». Un 46% relató un «bajón emocional» tras estas prácticas.

Sobre esa serie de ideas disertó la psicóloga de Proyecto Hombre Andrea Carrillo, que habló de los riesgos de combinar las drogas y el sexo. «Es un doble placer, pero el cerebro se convierte en tolerante al placer. A partir de ahí el sexo parecerá poco y siempre se va a querer más». Además, se corre el riesgo de que el sexo siga los pasos de la droga y se convierta en recurso de evasión: «Mi cerebro cuando haya sexo me pedirá consumo, y viceversa».

CIFRAS

El doctor Ibero afirmó que en Nafarroa «hay más de lo que parece» y aseguró que «entre el 30 y el 40%» de los pacientes que pasan por su consulta «reconocen» ser practicantes de chemsex.

Tanto Ibero como el doctor Juan Indurain, de la consulta de infecciones del Hospital Universitario de Nafarroa, coincidieron en afirmar que las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) suponen «un problema de salud pública». «El chemsex aumenta la incidencia», apuntó Indurain. Asimismo, es cierto que cada vez se realizan más pruebas. En 2012, se tomaron 1.052 muestras. Esa cifra ascendió en 2022 a 13.097, con una tasa de positividad siembre entre el 10 y el 15%.

Esto también está teniendo su repercusión en un repunte del VIH, con 1.200 casos diagnosticados en Nafarroa, mientras que se considera que otras 200 personas podrían estar sin detectar. Ibero defiende que «hay que darle visibilidad con tacto». Para ello, apuesta por «fidelizar al usuario, que tenga un referente en el sistema de Salud». Ya que, tal y como añadió Indurain, «es muy difícil abordarlo» debido al tiempo limitado y a la desconfianza.

Luis Villegas, miembro de la organización Stop Sida de Barcelona, trató de acercar un concepto todavía desconocido para buena parte de la sociedad. Las primeras dos décadas del siglo XXI han sido una época de grandes cambios para la comunidad LGTBI+. La «normalización», el matrimonio entre personas del mismo sexo, cambios en dinámicas de ocio o la aparición de webs de contactos y apps han tenido un «impacto para vivir la homosexualidad de una forma mucho más abierta». Se ha liberado incluso parte del estigma todavía existente sobre el VIH al poder tener relaciones sexuales sin transmitir, con avances en los tratamientos.

«ÚLTIMA LÍNEA ROJA»

El chemsex no escapa a la realidad social y las masculinidades tienen gran influencia en las relaciones generadas a través de estas prácticas. «Un hombre, cuanto más sexo tiene, más hombre es», explicó Villegas, que subrayó que «el hombre deseado es el que se acerca más al modelo de hombre heteronormativo y patriarcal. Los hombres, cuanto más riesgos toman, más hombres. Y lo contrario a hombre no es mujer. Es maricón».

De esta forma, con el consumo de drogas aparecen nuevas prácticas sexuales asociadas a estas como el booty pump, que es consumir generalmente metanfetamina vía anal o la penetración anal con sustancias en el pene. Sin embargo, Villegas destacó el slam o las inyecciones, como el principal riesgo para la salud física y mental. «Es una práctica muy estigmatizada y ha generado una subcultura dentro del sexdopaje. Tanto que es conocido como «la última línea roja».