Alí Babá
Vine al mundo en 1937, cuando la guerra del 36 ahogaba en sangre la ibérica. Al igual que en miles de hogares, la tragedia y el sufrimiento no tuvo piedad con nuestra familia. Mi padre fue herido en las trincheras de Asturias; mi pobre madre, sola en casa, embarazada de mí, lloraba su ausencia y la muerte de un hermano, fusilado por los sicarios de Mola.
Finalizadas las masacres bélicas, comenzó la «otra guerra», la miserable y cruel posguerra. Su maldad estigmatizó y robó nuestra niñez, haciéndonos adultos antes de tiempo. Niños de «provincias traidoras» fuimos obligados a glosar las «bizarras históricas gestas españolas» y a rendir culto a nuestro imperial e invicto Caudillo, héroe nacional de la «católica, grande y reconquistada España». El euskara, lengua nacional de Euskal Herria, estaba proscrita en las Escuelas Nacionales franquistas.
Faltos de recursos económicos, a los 15 años comenzó mi andadura profesional. Mi primer sueldo por una semana de trabajo: 25 pesetas. Magistral lección de usura capitalista a lo bestia que jamás olvidé. Iniciaba en este punto mi «romance de por vida» con Alí Babá... agarrado a mi esqueleto como una garrapata.
A punto de cumplir 20 años, «servicio militar obligatorio». Dos años sirviendo como «guerrero de Franco» en la «Gloriosa Marina de Guerra, cuna de ilustres y legendarios capitanes, bravos soldados de Dios y de la Patria». Dos años robados a nuestra juventud a precio de rancho cuartelero. Un «todo por la Patria» gratuito que jamás complementaría el haber de nuestras futuras jubilaciones. Otra sucia y puerca jugarreta de Alí Babá...
En 1975 murió el tirano ferrolano, siendo reemplazado por «ilustres» trujamanes y trapicheros en comandita del granero seudopolítico y tecnócrata... reforzado por el insigne e histriónico Borbón. Consumados mercaderes de guante blanco y moralidad de espantapájaros que engordaron sus fortunas a cuenta de arañar en las arcas del «tesoro nacional», nacido del sudor y la sangre del puteado proletariado de siempre.
En 1994, después de explotarme durante 29 años, la empresa Ramón Vizcaíno me puso de patitas en la calle, junto con otros 96 compañeros de fatigas, con la escrupulosa e innata «legalidad» de Alí Babá. Como era de esperar, la hacienda buitre del Estado español aprovechó la coyuntura para ratonearme un 40% de lo que por justicia y 40 años cotizados a su Seguridad Social me correspondía por derecho. Otro agravio made in Alí Babá, definido tramposamente como «relaciones competenciales de equilibrio fiscal».
A las puertas de mi 86 aniversario me pregunto qué mejoras han generado los últimos años dulcificando la ética que debe presidir las relaciones humanas, que con nosotros apenas existieron porque estaban sometidas, en gran medida, a la ideología esclavista y reaccionaria nacida del franquismo.
Actualmente, el neoliberalismo en fase ascendente representa el modelo depredador más perverso y parasitario del capitalismo sin límites, causante de sangrantes desigualdades políticas y sociales que envilecen nuestro planeta y arriesgan peligrosamente el futuro de generaciones venideras.
Este caótico y globalizador sistema de agresiva dominación, amalgama de los más indecentes y activos usureros de la «cueva de Alí Babá y los cuatrocientos ladrones», canallas y verdugos del fin del mundo. Multinacionales de todo tipo y pelaje, petroleras y combustibles, eléctricas y gas, transportes, obras públicas, acerías y minería, fabricantes de automóviles, aviación, nucleares, inmobiliarias, supermercados, ejércitos y armamento, haciendas públicas y bancos, alimentación, ropa y calzado, etc., están dispuestas a asarnos a fuego lento si obtienen beneficios.
Levantas una piedra y surgirá un nuevo y venenoso escorpión. Poderosos emporios controladores de los mercados mundiales y finanzas, base de dominación instalada por los propios gobiernos que están generando en el mundo inmensas brechas sociales, cuyas consecuencias afectan a gran parte de la humanidad, cebándose sobre todo en los llamados países del Tercer Mundo, en los cuales se producen mortales hambrunas.
Euskal Herria tampoco se libra de la nefasta influencia de Alí Babá: precariedad laboral, bajos salarios y prestaciones en la sanidad pública y residencias de personas mayores, jubilaciones y pensiones; despidos; descarados lucros hipotecarios y bancarios; privatización de la tierra y deteriorio medioambiental; dificultad de acceso a las viviendas para los jóvenes; fuga de «cerebros» a otros países; agricultura y pesca; cesta de la compra, bolsas de pobreza; réquiem al comercio local, etc.
Ante este crudo panorama, ¿qué mundo nos espera? ¿Qué hacer para humanizarlo? ¿Aceptaremos sumisamente vivir bajo la bota de mercaderes de oscura y alargada sombra, parásitos de la humanidad inmersa en un conflicto con un peaje al infierno?
Quienes dejamos nuestras vidas en el camino laborando hasta el sacrificio por una Euskal Herria mejor, hoy, al final de nuestro viaje, llenos de años y achaques, nos sentimos tratados y humillados como si fuéramos un incómodo e inútil «material de desguace», causante de gastos y problemas.
Maltratados por Franco y sucesivos gobiernos, estatales y autonómicos, las sufridas generaciones de hombres y mujeres de posguerra, con la incorporación y el apoyo de nuevas filas de jubilados y jubiladas y pensionistas, a través de nuestras concentraciones en Zumaia, venimos reclamando a los gobernantes de la CAV pensiones mínimas de 1.080 euros y diversos y necesarios complementos sociales.
En nuestra comunidad, unas 170.000 pensionistas, mujeres en su mayoría, malviven con pensiones inferiores o muy inferiores a los 1.080 euros. Una enorme brecha con bajos parámetros de justicia social que responden a las mezquinas e insostenibles políticas de «curso legal» que, de la mano y «sello de calidad» de Alí Babá, florecen enquistadas en Euskal Herria.
Solidariamente, exijamos y defendamos nuestros derechos, recordando a los usureros que manejan los fondos generales de la CAV su responsabilidad y obligación en la prestación de auxilio y ayudas a las personas más vulnerables y necesitadas.
El compromiso de los jubilados y jubilados, compañeras y compañeros de viaje es firme. ¡Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden!