Koldo LANDALUZE
«EL REINO ANIMAL»

Dilemas en un futuro cambiante

En su segunda incursión en el largometraje, Thomas Cailley se consolida como un director audaz que no teme explorar terrenos resbaladizos. En esta ocasión, nos lleva a un futuro inquietante en el que la humanidad se enfrenta a una metamorfosis gradual, convirtiéndose progresivamente en criaturas que yacen en la frontera entre lo humano y lo animal.

En su ópera prima, “Les combattants”, una inusual y refrescante película romántica que ya insinuaba su inclinación por lo surreal, a menudo teñida de realismo mágico, y ahora, nueve años después, Cailley nos sorprende al aventurarse en el género de la ciencia ficción, manteniendo esa singularidad surrealista que caracteriza su estilo. En “El reino animal”, nos presenta un mundo en el que personas de diferentes lugares del globo sufren transformaciones inexplicables, convirtiéndose en híbridos de humanos y bestias

FUTUROS IMPERFECTOS

La historia de esta interesante propuesta se centra en Émile, un adolescente que vive con su padre después de que las autoridades hayan restringido a su madre debido a su propia metamorfosis.

En el centro de esta narrativa inusual, se encuentra un retrato conmovedor de una familia desgarrada por las consecuencias de estas mutaciones. La madre lucha con su nueva identidad, mientras que el hijo se debate en un conflicto entre sus genes y su destino.

El filme se apoya en los cimientos de un thriller bien orquestado y muy reconocible en su ambientación, combinado con una exploración de futuros imperfectos. Sin embargo, su verdadera fortaleza radica en la química entre los actores, particularmente Paul Kircher, hijo de la actriz Irène Jacob, y Romain Duris. La relación entre los personajes enriquece la trama y nos sumerge en sus dilemas emocionales.