Raimundo FITERO
DE REOJO

Nefasta propaganda

Cada vez que los medios nos asustan con las declaraciones de un tétrico personaje que es el portavoz del ejército de ocupación israelí con tono de sicópata uniformado, su efecto de propaganda me lleva a entender que tendremos guerras, hasta que alguien con un día malo apriete un botón que pongan en marcha todos los operativos para que salgan algunos pepinos con ojivas nucleares y se extermine a gran parte de la especie que actualmente anda vendiendo angustias que hace que la competencia de rendimiento económico esté entre las farmacéuticas y las armamentísticas. No se sabe cuál de las industrias alimenta a la otra o si existe una simbiosis agitada por los accionistas que pueden ser políticos, sacerdotes o periodistas, que miran a su jardín con la satisfacción del gánster con muchos abogados.

Todo debe ser culpa de una rendición en diferido, porque es tan difícil mantenerse firme con algún principio humanista, sea de la condición que sea, ante la loca realidad, la asquerosa fuerza de la mentira alzada a la categoría de dogma. Cada presencia publica de un político, sea de la calaña que sea, no provoca más que repudio. Se vive en contra de algo, no hay una mirada ilusionante. Hasta en el fútbol, esa droga tan popular, no existen más propuestas que las de estar, no descender, mantenerse en la categoría y cada milímetro de más o de menos captado por las cámaras se convierte en un conflicto que puede encenderse en las gradas o las calles, pero sobre todo en los medios de bandera y llegar a los tribunales donde todo es triturado para convertirse en detritus sociales y políticos.