Koldo LANDALUZE
LOS COLONOS

Mantanzas en nombre del progreso

En este su debut como cineasta, Rodrigo Gálvez Hablerle aborda una tragedia silenciada que se desarrolla en el pasado, pero que tiene una fuerte conexión con el presente latinoamericano, el genocidio de los pueblos originarios en Tierra del Fuego y Chiloé a principios del siglo XX. La narrativa se divide en varios episodios, lo que le otorga una estructura episódica que recuerda a un western, pero a través de un enfoque histórico y social.

En la primera parte, somos testigos de la brutal explotación de tierras y ovejas por parte del personaje interpretado magistralmente por Alfredo Castro, quien encarna a un potentado cínico y despiadado que contrata a un teniente británico para llevar a cabo el exterminio de los Onas en nombre del “progreso”. A esta aventura cruenta se sumarán un mercenario estadounidense de origen mexicano y un hombre de raíces indígenas.

UNA PERSPECTIVA PROFUNDA

En la segunda parte, situada en 1908 en Chiloé, el enviado del presidente Pedro Montt llega para investigar los horrores que ocurrieron siete años antes. En esta etapa, vuelve a asomar el indígena que participó en dicha expedición y, de esta forma, el personaje se convierte en la reserva moral de la película. Su misión es la de ofrecer una perspectiva más profunda de los acontecimientos pasados. La película destaca por su belleza visual, tal vez demasiado estilizada. Los paisajes naturales del sur chileno y argentino resultan impresionantes a través de la fotografía de Simone D’Arcangelo y la música de Harry Allouche. Una de las grandes virtudes de “Los colonos”, radica en la capacidad que demuestra su director a la hora de sugerir el horror y no mostrarlo de manera evidente a través de las imágenes, lo que permite al público imaginar las atrocidades cometidas en nombre del progreso.