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MAMACRUZ

Benditos orgasmos para despertar las emociones


La sorpresa que se llevó la directora Patricia Ortega cuando encontró casualmente una fotografía en la que su difunta madre posaba de manera sensual debió ser mayúscula, lo que le llevó a rodar esta película en la que Kiti Mánver encarna a una mujer de 70 años e inmersa en una rutina que se resume en acudir a la iglesia, cocinar, limpiar y cuidar de su esposo. También se encarga de su nieta, ya que su hija marchó al extranjero para hacer una audición en una compañía de danza. Mientras intenta aprender a usar internet para comunicarse con los suyos, la protagonista tropieza accidentalmente con material pornográfico, desencadenando nuevas y extrañas emociones en su interior. A pesar de sus dudas religiosas y morales, comienza a explorar nuevos deseos. Cuando su esposo parece incapaz de corresponder a su recién descubierta pasión, ella empieza a asistir en secreto a un grupo de terapia de mujeres. Pronto, empieza a mirar su vida con nuevos ojos. La cineasta venezolana evita el melodrama y opta por un tono ligero, que a menudo deriva hacia un enfoque muy juguetón. Hay muchas escenas cargadas de sensualidad y momentos sutilmente humorísticos que refuerzan el tema subyacente, la alegría y confianza que la protagonista adquiere cuando comienza a disfrutar consigo misma y toma el control de sus deseos. En “Mamacruz” asoma una crítica en torno a los arquetipos sociales en torno a la religión, el género y la edad y que encasillan a las mujeres en el papel de virgen o prostituta, por lo general sin contar con su aprobacion.

El despertar sexual de Cruz no es solo una exploración del deseo; es una reafirmación de ella misma como persona al asumir el control sobre su cuerpo, su sensualidad y su vida en general.