GARA Euskal Herriko egunkaria
DE REOJO

Anacronismo orgánico


Si nos colocamos en la casilla de partida para elegir entre truco o trato, resulta que, en un sentido absoluto, eso que ellos llaman los españoles y las españolas, no tienen derecho a una mínima elección y queda claro que no hay trato de ningún tipo y que todo es un truco altamente experimentado. Hay una joven que ha debido hacer la «mili» de una manera exprés y con graduación, que mañana jurará algo en la carrera de san Jerónimo, ese lugar donde se aprueban leyes que a veces hasta afectan en nuestra vida ordinaria. La llaman princesa Leonor, se apellida Borbón, y se han gastado una ingente cantidad de dinero para hacerle una ceremonia a modo de puesta de largo barroca porque va para reina.

Todo cuanto rodea a los protocolos monárquicos, a sus pompas, forma parte de una intoxicación incesante para colocar a una institución antidemocrática como eje de la vida política. Convertir a una joven como estudiante modelo, soldado ejemplar, y colocarla bajo los focos del escrutinio popular por su manera de andar, vestirse o maquillarse, es un anacronismo pernicioso. Es la perpetuación de una especie inservible. Y con un discurso retrógrado que asusta.

Resucitar un defecto orgánico de una estirpe que ocupa un espacio social, político y económico corrupto. El abuelo de esta princesa es un rey que representa la vergonzante impunidad real, los actos borbónicos repudiables que esta joven va a heredar junto a pertenencias, patrimonio, títulos y prebendas. Yo no veo que se rejuvenezca la corona, siento que se estropea la juventud como ideario de recambio.