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IA


Cada día son más las personas que me hablan de la IA (inteligencia artificial), de sus ventajas y maravillas. Me hablan de la ‘‘herramienta’’ como si esta no fuese parte de la recopilación, del robo de datos, de la apropiación de ideas, palabras, iniciativas y análisis que con esfuerzo, tiempo y trabajo han creado otros seres humanos. Hay quien alardea de su uso, la utiliza como provocación (probablemente porque han sido pillados usándola y después han vendido la autoría como propia y autoral). Si pudieras ver cuantas invitaciones me llegan para usarla y realizar todo tipo de tareas… Esta misma semana, sin ir más lejos, alguien recordó en la red social que ahora llaman X (antes Twitter), que una de las modelos influencer que muchos hombres (y mujeres) seguían por Instagram (otra red social), estaba creada por inteligencia artificial. La modelo posa en el gimnasio, en la playa, en la bañera y parece que hasta la sangre le corre por las venas. Tiene, en su perfección artificial, imperfecciones, y confieso que parecen las fotos de una persona real. La tecnología no es el problema, decimos siempre, es su uso. Bien, pues cada día tengo más dudas en torno a este axioma, porque el desarrollo tecnológico avanza, en gran escala, al servicio de los intereses de unos pocos. Los resultados nos llegan disfrazados de nuestras necesidades, cuando aún, a escala planetaria, las necesidades más primarias están sin satisfacer. Es fascinante lo que va a suceder, y terrorífico.