Iziar ZIGA
Escritora y feminista
JOPUNTUA

Rosalía, Britney, Björk y otras chicas del montón

Una mañana bilbaína de agosto, en esa mansión habitada por uno de mis akelarres favoritos donde rodaría “Mujercitas Putones”, mis amigas me lo revelaron: ha llegado el momento de que Rosalía y Britney Spears graben una canción juntas, se vendrían muy bien para venirse arriba. Eso es lo que me chifla de los encuentros entre chicas de cualquier género: mezclamos guarrerías, tonterías, sabidurías y otras intimidades en nuestra coctelera feminista, gloriosamente. Por supuesto, un portal mágico se abrió al instante hasta otro salón, el de nuestra Britney en Los Ángeles, donde se menea con las bragas bajas y los cuchillos altos, sonriendo al fin a su propia cámara, liberada del padre, del marido, incluso de los hijos, aunque fuera a su pesar, rodeada de maricones. Liberada sobre todo de parecer ni loca ni cuerda, ni puta ni santa.

Por ahora, es la sideral Björk quien ha tirado los trastos musicales a la Motomami, mis sorginas bilbaínas y yo sospechamos que para arrancarle de las garras del despecho. Sale justo hoy su “Oral” conjunto, ¡qué maravilla será, por Diosa! «En mi álbum ‘Biophilia’ canté sobre galaxias y átomos, pero no fue hasta mi álbum ‘Vulnicura’ que obtuve la plena aceptación de los medios de comunicación solo por hablar del desamor. A los hombres se les permite hacer ciencia ficción, piezas de época, ser humorísticos, ser nerds de la música que se pierden en esculpir paisajes sonoros, pero no a las mujeres. Tenemos atención solo si nos cortamos el pecho y sangramos por los hombres». Así se pronuncia la bruja del hielo. «No quise hablar de feminismo durante diez años, pero luego pensé: eres una cobarde si no te pones en pie, no para ti, sino para las mujeres, ¡di algo!», por si quedaba duda alguna del compromiso de Björk.

Mientras tanto, el Estado español renovando cada día nuestras ansias de liberarnos de él y de bailarle un último aurresku, triunfal y sin bragas, blandiendo la sonrisa vertical y horizontal de Britney Spears. E incluso sus cuchillos.