EDITORIALA

La hostilidad geopolítica alimenta la inflación

En octubre entraron en vigor las nuevas restricciones que el Gobierno de EEUU ha establecido a la venta de semiconductores a China. La reacción de Beijing ha sido implantar una serie de limitaciones a la exportación de grafito a partir del 1 de diciembre. China produce prácticamente todo el grafito refinado del mundo, un material que resulta imprescindible para la fabricación de baterías cuya demanda se ha disparado con los automóviles eléctricos.

De momento no se conoce el alcance de la medida, aunque todas las alternativas que se barajan producen efectos similares. Por un lado, la sustitución del grafito por otros materiales es un camino tortuoso que exige grandes inversiones en investigación, sin que haya seguridad en que el resultado final sea viable. Otra posibilidad es reemplazarlo por grafito sintético, un material más laboriosos de fabricar y que además consume mucha energía. El producto final es también un componente mucho más caro. Por último, está la producción propia con la puesta en marcha de nuevas minas y plantas de procesado, que también requiere importantes inversiones y, por tanto, el resultado tendrá que venderse a precios más elevados que los actuales para garantizar la rentabilidad de la inversión. Hay quien trata de justificar esos mayores precios apuntando que será un proceso ambientalmente responsable y un material trazable -la ecología como coartada- pero los fabricantes no parecen dispuestos a pagar más.

La globalización desmontó todas las barreras comerciales en su búsqueda del precio más barato, lo que arruinó a una gran cantidad de industrias en todo el mundo, que terminaron cerradas. También aumentó la interdependencia económica que ahora se quiere frenar utilizando la seguridad nacional como coartada. Esta decisión de reducir riesgos estableciendo restricciones al comercio es una estrategia que, como muestra el grafito, alimenta la escalada de precios, especialmente de las materias primas, y con ellas, los de todos los demás bienes y servicios. Las crecientes tensiones geopolíticas se han convertido en la principal fuente de inflación ante la que la subida de los tipos de interés es impotente.