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DE REOJO

Hasta las elecciones


Lo más parecido a la normalidad constitucionalista del régimen del 78 se ha producido con la convocatoria de las sesiones de investidura y la tramitación de una supuesta y flexible ley de amnistía que es la excusa para el resurgimiento de todos los vestigios franquistas y golpistas que anidan en cuarteles, iglesias, clubes privados, asociaciones de togados y sociedades mercantiles. El desiderátum. Ahí tienen al bedel de la banda de Aznar gritando que no pararán hasta que haya elecciones. Y que las ganen ellos, porque como no puedan gobernar, seguirán en la calle, rezando o insultando. Es una estética retrógrada de hacer política.

He visto en tierra argentina el debate del fin del mundo. Las expectativas creadas quedaron algo defraudadas. El dispositivo audiovisual era de una gran entidad estética y técnica. Espacialmente, con un fondo neutro, con un minutero instantáneo a la vista de todos, con unos presentadores realmente neutrales que, además, se mudaban por otros, al cambiar de bloques. Ejemplar en estos aspectos. Sobre las estrategias de los candidatos, para un observador sin motivación emocional directa, me sorprendía el tuteo, la relación de cercanía. En la primera parte Massa llevó a Milei a dónde le convenía y no se habló de la gestión del actual ministro de Economía. Después Milei remontó poniendo un espejo frente a las ambigüedades de Massa. No se desmoronó, ni cometió errores de bulto el aspirante ultra. Hasta sus mensajes estuvieron modulados. Hay que tener mucho cuidado. La angustia se mantendrá hasta las elecciones. La solución: este próximo domingo.