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EL MAESTRO QUE PROMETIÓ EL MAR

Heridas abiertas


Patricia Font aborda los entresijos de la historia y la memoria a través de una estructura narrativa bifurcada, entrelazando los hilos de la Segunda República y el presente.

Desde la óptica de estas líneas temporales, la película desentraña la trama de Antoni Benaiges, un profesor inmerso en un entorno hostil y que desafió las convenciones de la época con su enfoque educativo revolucionario.

El relato del pasado resalta el choque entre las ideologías del maestro y la mentalidad conservadora arraigada en Bañuelos de Bureba y expone el conflicto entre la visión innovadora del profesor y la resistencia del entorno, tejiendo un tapiz de tensiones sociales y políticas que anticipan el inminente estallido de la Guerra del 36. Sin embargo, esta obra no se limita a abordar un tópico histórico.

RESPUESTAS Y JUSTICIA

A través de la travesía contemporánea del personaje encarnado por Laia Costa en su búsqueda de los restos de su bisabuelo, ejecutado en la guerra, la película despliega una incómoda exploración de las fosas comunes, las deudas pendientes y la incomprensión entre individuos.

Este enfoque crudo y sin edulcorantes muestra la fatiga de una búsqueda marcada por obstáculos, subrayando la persistente necesidad de respuestas y justicia, señalando que aún queda un largo camino por recorrer. En este apartado resulta obligada la mención del excelente rol de Ramón Agirre.

En pleno auge de su trama, esta da un giro poco convencional y se distancia de la crudeza esperada en este tipo de relatos, relegando este tramo de violencia a un espacio mínimo en la narrativa. Esta decisión es arriesgada, pero efectiva al priorizar la esencia humana sobre el dramatismo, presentando un panorama más sutil y menos explícito de un momento histórico tan doloroso.