Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
EL VIEJO ROBLE

Los males del sistema y sus criaturas

Podrán decir que el tiempo de Ken Loach ya ha pasado, que su cine resulta muy panfletario y que las nuevas generaciones no entienden las virtudes de una ideología integradora y subversiva. A pesar de todo ello, se echará muy en falta ese constante recordatorio que Loach ha realizado a lo largo de su carrera y que no ha sido otro que colocar a la sociedad ante su espejo y analizarla desde contextos alejados del poder.

El veterano cineasta británico destaca por su persistencia en señalar las injusticias, manifestando un afecto más emotivo que racional hacia la clase obrera británica, una narrativa que trasciende lo local para abrazar lo universal.

En “El viejo roble”, se distancia de las épicas solidarias para unirse, tanto estilística como ideológicamente, a los trabajadores autodestructivos e indefensos que aparecían en su debut en 1967 con “Poor Cow”. Ahora el fascismo se suma al racismo hacia los refugiados sirios que envenena a los marginados británicos bajo el manto del estado de bienestar.

Desde el salón de baile de Jimmy hasta este vetusto pub, Loach, junto a su fiel autor Paul Laverty, advierte sobre la enfermedad de la falta de solidaridad que corroe poco a poco a los menos privilegiados y lo hace a través de la excelente interpretación de Dave Turner.

Aunque persiste un trasfondo sombrío, también deja entrever un atisbo de esperanza a través de la música y las canciones. Al igual que “Yo, Daniel Blake” (2016) y “Sorry We Missed You” (2019), se erige como un capítulo más de la trilogía que retrata la alienación del individuo a manos de la maquinaria capitalista, una crítica continuada a la sociedad del bienestar británica y a la explotación sufrida por los trabajadores en sus labores precarias. En definitiva, todo lo que deriva del sistema capitalista.