La séptima de Jokin Altuna, toda una sinfonía al saber estar
Afortunadamente para nosotros, el gen pelotazale de los Altuna tiró más que la pasión materna por el solfeo, y el que seguro sería un virtuoso del piano es hoy, a sus 27 años, el cuarto pelotari con más txapelas de la historia, solo por detrás de los mitos Retegi II, Olaizola III y Juan Martínez de Irujo. La séptima, la cuarta en el acotado, ha resultado una sinfonía al saber estar.
El repertorio del número uno de la mano en la actualidad es tan extenso, que seguro que la txapela recién estrenada no será la que más adeptos le haya brindado, la que más aplausos recibirá, ni la más brillante, pero seguramente sí sea la más completa, la más compleja y la que lo confirma como un pelotari fuera de lo normal, con una madurez impropia de un chaval tan joven. La de la jaula de 2023, la lograda ayer sobre el Bizkaia, la que pone fin a la sequía de casi dos años, es la txapela al saber estar, al de ayer en la final, pero sobre todo al de unas semanas previas que ponen a prueba a cualquiera, semanas de dolor, de decisiones complicadas, de consultas y tratamientos médicos, de noches sin dormir y de apretar los dientes, de remontadas épicas como la del Astelena ante Erik Jaka y de las que el amezketarra salió indemne y fortalecido.
Y Peio Etxeberria representa hoy la otra cara de la misma moneda, la de un pelotari novel al que su primera final atropelló y al que su peor hora en muchas semanas dejó sin premio un magnífico campeonato. Es lo que tiene un deporte tan fascinante como cruel, pero seguro que el de Zenotz también será, con el tiempo, capaz de valorarlo en su medida y de tomar de aprendizaje para próximas experiencias.
La final de ayer en el Bizkaia sirvió para corroborar todos los tópicos en torno a estas grandes citas y confirmar lo efímero de todas esas páginas que amontonamos en los días previos, pues todos los pronósticos y análisis previos saltaron por los aires en apenas cinco minutos.
UN LASTRE INSALVABLE
Tras un campeonato inmaculado por parte del de Zenotz, siempre por delante y dominador en todos sus partidos, la final no pudo comenzar peor. La chapa del juez ya le fue adversa otorgando el primer pelotazo a su rival y Jokin Altuna pudo ejecutar su partitura sin sobresaltos. Si en la previa habíamos hablado que el de Ultzama había sido el mejor restador del torneo, con la semifinal ante Peña como mejor actuación, ayer para cuando el navarro dio su primer pelotazo válido ya había encajado tres saques, tantos como en todo el torneo.
Y, completamente sobrepasado, tener el primer pelotazo tras un magnífico dos paredes tampoco le sirvió al de Ultzama para frenar la hemorragia interna. Mientras Jokin Altuna seguía el ritmo acompasado que le marcaba el metrónomo para la partitura que tenía en mente, Peio Etxeberria perdió por completo el compás de la final, confundiendo la velocidad con las prisas, queriendo terminar los tantos en el primer pelotazo y tomando mal la mayoría de sus decisiones. Y ni un rival como Altuna ni el material con el que se viene disputando el acotado en los últimos años permite el más mínimo desafine.
SIN VIRTUOSISMOS
Y ante un rival superado por la situación, lejos de gustarse, de perderse en virtuosismos, Jokin Altuna se dedicó a clavar cada nota, a ejecutar lo que el partido exigía en cada momento, jugándole a los pies y desplazando al ancho a su rival, dejando los ganchos para mejores ocasiones. El amezketarra sabía de la fragilidad de su hombro izquierdo y lejos de gustarse, prefirió incidir en los puntos débiles de su rival antes que lucirse en el remate.
Así, el amezketarra sumó su tercer tanto en juego en el 17-4, momento para el que Peio Etxeberria había sumado ya siete saques encajados en el resto y otros tantos errores. En este sentido, los datos finales del partido, con solo 5 tantos en juego por parte del ganador, tres menos que un Peio Etxeberria que jugó a impulsos, no hacen justicia con la intención con la que el nuevo campeón pegó gran parte del resto de pelotazos, sin cometer un solo error en todo el partido, un factor que cotiza muy al alza en estos partidos.
De esta forma, con un rival que cometió groseros errores que no había concedido en todo el campeonato y daba aire al guipuzcoano, gran parte de las preocupaciones del nuevo campeón estuvieron en poder terminar su pieza sin mayores sobresaltos en su hombro. Que los hubo en un par de golpes que se llevó contra la pared izquierda y que lo llevaron al vestuario en el 20-9. Afortunadamente, no fue a más y el amezketarra pudo concluir su obra sin mayores contratiempos y por la vía rápida.
Pero su sinfonía al saber estar no terminó ahí, tuvo su bis en sala de prensa, con un reconocimiento público, de los que no se dan mucho, hacia el subcampeón, palabras de alguien que también sabe de lo amargo de estas derrotas, de las que salió más fuerte.
Retegiren pare, aimarren markak ez dirudi ezinezkoa
Zenbakiak aurretik ere izugarriak ziren, baina Jokin Altunak atzo jantzitako txapelarekin bere burua pilotaren Olinpoan are eta gorago kokatu du. Kaiola da, oraingoz, bere txapelketarik gustukoena eta bertan lortu ditu bere zazpi txapeletatik lau. Marka honekin, 27 urterekin, Julian Retegi mitoa harrapatu du amezketarrak, eta gainetik Aimar Olaizola eta bere zazpi txapelak baino ez ditu.
Baina txapelez harago, Altuna III.a azken urteetan osatzen ari den ibilbidea oso kontuan hartzekoa da, batez ere buruz buruko lehiak aintzat hartzen baditugu. Momentuz, beste inork lortu ez zuen zerbait eskuratu du, kaiolako azken zortzi finaletan burua sartuz. Eta honi kantxa osoan bildutako datuak gehituta, ezbairik gabe, hamarkada honetako pilotaririk onenaren aurrean jartzen gaituzte. 2018tik hona, jokatu diren buruz buruko 16 finaletatik 14tan egon da. Denbora tarte honetan Manomanistako bi finaletan baino ez du hutsik egin, bietan finalerdietan erori zenean, 2019an Iker Irribarriaren aurka galduta, eta 2022koan Unai Lasoren aurka. Eta ikusitakoak ikusita, beste marka asko hausteko moduan dirudi amezketarrak. J.O.