Agustín GOIKOETXEA
BILBO

Una visita virtual permite conocer el refugio antiaéreo de la subida de Zabalbide en Bilbo

Gracias al trabajo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi ya se puede visitar virtualmente el refugio antiaéreo de la calle Zabalbide, uno de los 269 con los que contó Bilbo durante la guerra de 1936. Un nuevo hito en la recuperación de la memoria histórica en el Botxo.

Anartz Ormaza, de Aranzadi, explica detalles del trabajo en los túneles-refugio.
Anartz Ormaza, de Aranzadi, explica detalles del trabajo en los túneles-refugio. (Oskar MATXIN EDESA | FOKU)

Bilbo ha dado un nuevo paso en la recuperación de la memoria histórica con los trabajos de documentación y contextualización de los túneles-refugio antiaéreos ubicados en la subida de Zabalbide, uno de los espacios donde la población se protegió entre septiembre de 1936 y junio de 1937 de los bombardeos de la aviación fascista, que mataron a 408 personas.

Gracias a la investigación es posible conocer detalles de ese espacio en el barrio de Solokoetxe, así como realizar una visita virtual de las galerías. En la presentación, ayer, Juantxo Agirre, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, incidió en la importancia que tuvieron infraestructuras de estas características, ya que Bilbo fue «ciudad refugio» de miles de personas que huían del avance de las tropas fascistas y la localidad vasca más atacada desde el aire. «Es un símbolo de la resistencia ciudadana pacífica», apuntó.

En el proyecto, Aranzadi ha realizado un registro tridimensional de las galerías mediante el sistema Laserscanner 3D. Esto ha permitido generar un tour virtual 3D, con fotografías de 360° inmersivas y en alta calidad.

Se ha logrado saber que la capital vizcaina tuvo que habilitar en apenas un año 269 refugios antiaéreos en sótanos de edificios y fábricas, túneles de ferrocarril y otras ubicaciones para salvar a la población.

Por encargo del Gobierno vasco, el Ayuntamiento presidido por Ernesto Ercoreca impulsó la construcción de este refugio en la subida de Zabalbide, que horadó en pocos días un grupo de once trabajadores vinculados a la minería.

Este refugio podía albergar a 200 personas en unos 200 metros cuadrados y, según documentación hallada en el Archivo Histórico de Euskadi, estaba dirigido por 18 personas responsables vinculadas a diferentes formaciones políticas y sindicales que participaban en el Batallón de Defensa Pasiva.