Marina LÓPEZ SAN MARTÍN
Cirujana Vascular
KOLABORAZIOA

Mi primera clase

Recuerdo mi primera clase de Psicología Clínica de la universidad, el profesor nos consultó qué características nos parecían esenciales en un médico. Todos teníamos que escribir 3, guardar los papeles en una cesta y él los iría leyendo en alto. Escribí «cuidar de los demás» pensando que era absurdo porque lo iba a escribir todo el mundo, pero fue lo primero que se me vino a la cabeza. Sin embargo, el profesor al leerlo sonrió y recalcó mis palabras como la más importante característica que un médico debería tener. Cada día estoy más convencida de que tenía toda la razón.

Ayer vi un vídeo de un cirujano, el Dr. Hussam, que está solo en un hospital del norte de Gaza y relataba cómo se le murieron siete neonatos por no tener brazos para ventilarles. Llevaba trabajando días y noches solo, sin descanso alguno, intentando desesperadamente salvar al único niño que quedaba vivo. Diariamente vemos niños y niñas y bebés muertos, amputados, eviscerados, gritando de dolor físico y emocional. Y es que cada día asesinan a 166 niños en Gaza. Ya han sido asesinadas más personas que en dos años de guerra en Ucrania. Y de las más de 20.000 personas asesinadas, 8.176 son niños y niñas y 4.112 mujeres. La población está siendo el blanco de Israel, hecho que vulnera el derecho internacional. Israel ha atacado intencionadamente 22 hospitales, 55 clínicas, 46 ambulancias y ha asesinado a 210 médicos y enfermeras dejando a 336 gravemente heridos. Han sido atacados mientras trataban de intentaban curar a los heridos, hecho que viola el derecho internacional humanitario.

El secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios no se queda corto describiendo la masacre como «una carnicería total». Los máximos expertos en derecho internacional afirman que Israel practica el apartheid y está llevando a cabo un genocidio sobre la población Palestina.

Está ocurriendo, aunque esté lejos, aunque no estemos en la Alemania nazi.

Como médico me siento absolutamente impotente, frustrada. Como persona siento que mi corazón se rompe cada día con esta aberración. Pienso en qué puedo aportar, qué podemos hacer desde aquí, desde la comodidad de nuestro país, desde el calor de nuestras familias. Y bien, no podemos callarnos, debemos alzar la voz y más aún como sanitarios para ejercer esa presión social que es tan importante para que se muevan muros y podamos llegar entre todos a que se aplique el derecho internacional y se terminen los ataques contra la población civil y el personal sanitario. Por nuestros valientes compañeros, por los niños y niñas gazatíes, no podemos permanecer impasibles. Como dijo el arzobispo Desmond Tutu: «permanecer neutral ante una situación de injusticia es optar por el opresor».

Compañeros y compañeras, os llamo a que nos movilicemos por un alto el fuego inmediato y permanente y por el cumplimiento del derecho internacional. Porque cada voz cuenta. Hablemos por los que no pueden hacerlo, por las madres y padres que no pudieron despedirse de sus hijos, ni consolarlos ante el dolor, por todos los niños huérfanos que no tienen voz, hablemos en contra de la injusticia y a favor de la vida y la paz.