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DE REOJO

La cardióloga y el torero


Los presentimientos nunca cotizan más allá de lo futurible. Pero si entre tanto golpe de pecho constitucionalista se nos cruzan asuntos tan cargados de atracción subconsciente como son la situación al borde de casi todo de Zelenski, el juego de espías amigos y la boda frustrada de un torero con una cardióloga, es una labor bastante exigente seleccionar aquello que a estas alturas del proceso de destrucción general de los bienes culturales y democráticos de la Humanidad, pueda inspirar más allá de cuatro cacofonías y siente exabruptos que acaban materializándose en una suerte de dardos orgánicos que se pegan al muro del adanismo político.

Para simplificar mi postura: que un torero despechado, desenamorado o abandonado, sufra en su oficio de matarife y se ponga en peligro, me trae absolutamente sin cuidado. Pero que este cura que está a punto de una nueva intervención en su corazón, solamente pensar en la noche anterior de quienes estarán en la sala de operaciones, en el despecho o desamor, en el estado deprimido en el que alguien de la plantilla pueda tener al acercarse a mi órgano central, me provoca un estado de ansiedad diferido. Si el relato es cierto, la cardióloga se enteró de su no boda con el torero una hora antes de la ceremonia. Un culebrón posmoderno.

Lo de Zelenski es un asunto muy delicado. Lo de los espías del CNI que pasaban información a otros espías de EEUU no es un capítulo de Mortadelo y Filemón, sino un recordatorio de todas las bases existentes en el reino de España ocupadas por los ejércitos de USA más operativos. y beligerantes.