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EDITORIALA

Iruñea, que lo lógico deje de ser excepcional


EH Bildu y PSN presentaron ayer un acuerdo para registrar una moción de censura que permitirá, si todo sigue la marcha prevista, que Joseba Asiron acabe el año como alcalde de Iruñea. La moción se registró ayer mismo y, según los tiempos marcados por la ley, será el 28 de diciembre cuando los concejales voten la destitución de Cristina Ibarrola, la alcaldesa de la minoría. En UPN harían bien en contener la bilis mostrada ayer y recordar que Asiron se hará con la makila con más votos de los que obtuvo ella.

Porque la anomalía, en realidad, era la situación anterior, la que permitió a Ibarrola hacerse con la vara de mando pese a existir una mayoría de partidos opuestos a UPN y un mandato democrático para que no gobernase la derecha. Resulta evidente que lo que es posible en el Gobierno de Nafarroa debía ser aplicable también al Ayuntamiento de Iruñea. En este caso con Asiron de alcalde, exactamente por la misma razón por la que María Chivite es con toda lógica la lehendakari: ser la fuerza más votada del bloque de progreso. Ha costado, y por el camino se ha tenido que aclarar la gobernabilidad en el Estado, pero la lógica ha roto el dique de inercias pasadas. En este sentido, por mucho que haya que enmarcar dentro de la normalidad esta moción, sería ingenuo no subrayar su importancia. Que el PSN se abra a votar a un candidato de EH Bildu es un punto de inflexión, fortalece de forma estructural la alternativa a la derecha en Nafarroa y confirma el acierto de la paciente estrategia fijada por la izquierda soberanista.

Habrá tiempo para extraer conclusiones de mayor calado y plantear nuevas hipótesis. De momento, la noticia para Iruñea, para sus habitantes y sus barrios, es extraordinaria. La falta de apoyos, la envenenada herencia de Enrique Maya -con proyectos desfasados como el de la plaza de la Cruz- y una visión patrimonialista y sectaria de las instituciones públicas habían llevado a una errática Ibarrola a una parálisis de la que solo intentaba salir con estridentes golpes de efecto. A la legislatura le queda tiempo para cambiar radicalmente de dirección y poner los cimientos para que la alternativa a UPN se mantenga más allá del actual mandato.