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LA REAL HOMENAJEA AL EMBLEMA DE SU AFICIÓN ESTA TARDE EN ANOETA

El recuerdo a Aitor desde el corazón de la familia Idiakez

Iñigo era el jugador que más relación tenía con el aficionado que será homenajeado hoy en Anoeta al cumplirse 25 años desde que lo mataron por ir a animar a su equipo. Le pidió que no luciera su gorro y su camiseta y a su hermana Nekane, que lo acompañó con la Peña Izar, que no fuera a Madrid. Los dos recuerdan a Aitor.

Iñigo Idiakez celebra su gol en el triunfo ante el Madrid meses después de la muerte de Aitor. (GARA)

E l homenaje a Aitor Zabaleta comenzará a las 15.15 junto a su monolito próximo a la tribuna que lleva su nombre. En el campo la Real lo recordará en la previa y al término del encuentro que jugará con el Betis (16.15), precedido por una polémica por la decisión del Consejo de no vender entradas al equipo andaluz. En una semana en la que el protagonista debía ser Aitor Zabaleta, lo han sido los ultras y los clubes, y por eso es bueno recordar al aficionado realista que se ha convertido en el símbolo de su afición y pocos más indicados que los hermanos Idiakez, que tuvieron la suerte de conocerlo y la desgracia de vivir aquella tragedia en Madrid.

Iñigo atiende a GARA desde Inglaterra. Unai Emery le pidió que se encargara del filial del Aston Villa y está encantado allí desde que tras su etapa en la Real (1992-2002) y dos años en Oviedo y Rayo, triunfó en Derby Country (2004-06) y Southampton (2006-08). Nekane mamó la Real porque sus hermanos, Imanol e Iñigo, ficharon por el club de sus sueños: «Al principio no me gustaba mucho el fútbol, me llevo cuatro años con Iñigo y cinco con Imanol e iba con mis padres a ver todos sus partidos. Los seguíamos por todos los campos y he estado orgullosa de ellos, animándoles allí donde he podido ir».

Así se unió a la Peña Izar: «De tanto viajar juntas éramos amigas a las que nos gustaba el fútbol. Teníamos 18-25 años y nos íbamos a ver partidos en vez de ir a una discoteca. Salíamos a la mañana para ver el encuentro, volvíamos durmiendo a la noche en el autobús y era todo muy divertido». Entonces las peñas tenían mucha relación con los jugadores. Iñigo recuerda que «ahora hay que pedir permiso a los clubes para todo y es muy complicado, los jugadores son superestrellas. Antes los aficionados nos podían ver como estrellas, pero éramos muy cercanos. Se nos podía acercar cualquiera y los atendíamos, contactaban con nosotros para ir a los sitios sin tener que avisar a nadie».

La Peña Izar se hizo querer entre los jugadores. Nekane cuenta que «las que podían iban cada día de cumpleaños con su pancarta para felicitar a un jugador. Ahora es más difícil, tienes que pedir audiencia con el Papa. En aquella época cogíamos la pancarta, se la dábamos al de la puerta, la ponía en el campo, luego felicitábamos al jugador y, si no tenías coche, te bajaban ellos en el suyo a Lasarte».

Iñigo sentía el peligro que había en Madrid: «Era imposible ir sin miedo. No quería que fueran con camiseta ni nada porque sabíamos lo que podía pasar en cualquier esquina. Era un infierno. Ante el Atlético y en aquella parte de Madrid a los vascos nos odiaban. Los ultras estaban esperando a ver cómo nos podían hacer daño. Si no era Aitor habría sido cualquier otro. Lo tenían preparado y le tocó a él, que era grande, con el gorro que llevaba».

«ME DECÍAN QUE NO FUERA»

Nekane recuerda que «lloré mucho porque mis hermanos me decían que no fuera, que era una afición mala, que no era una fiesta como en San Mamés. No les hice caso. Estuve en Praga poco antes con Maider, responsable de la Peña, y decían que la gente también era peligrosa. Decidí ir en contra de lo que pensaban y lloré a la vuelta. Fue una cacería y mis hermanos no querían que estuviera en peligro».

Iñigo transmite que «siempre habíamos sentido en Madrid esa hostilidad. Esa semana estuve en el Aratz con Aitor Zabaleta y me sacó la camiseta y el gorro que iba a llevar. Le dije: “Ni se te ocurra ir así” y me respondió “sí, porque soy de la Real, voy a ir así y les vamos a ganar”. ¿Quién le iba a decir que por llevar un gorro lo iban a acuchillar?. Pero el sitio era malo. No sé cuantas veces se lo repetí, que ni se le ocurriera. Pasó lo que nadie quería que pasara, pero se veía que un día iba a pasar».

Nekane conoció a Aitor aquel día: «Era muy grande, muy gracioso, dicharachero. Todo el viaje de ida fue haciendo chistes. Viajábamos en el autobús de Nicasio, que nos hacía el mejor precio y no le bajaba la ventanilla al conductor. Aitor fue en el peaje a pagar y les dijo que teníamos secuestrado al conductor. Todo el viaje y en el Centro Comercial de Alcobendas que paramos estuvo igual. A la vuelta se le echaba en falta porque era una persona que amenizaba y te quedas con él».

Iñigo conocía a Aitor porque «iba mucho con mi cuadrilla a su bar, al Aratz. Todos los viernes comíamos un bocata y teníamos mucha relación con la familia y con él. Era muy de la Real. Cada vez que me veía estaba encantado y hablábamos. Más jugadores íbamos al Aratz. Era una familia muy conocida para nosotros y Aitor era un fenómeno, con su camiseta y su gorro, muy jatorra, le gustaba ir con su equipo y pasárselo bien. Un buen tío».

Nekane recuerda que «Aitor vino con su cuadrilla porque éramos una peña tranquila sin ganas de follón, íbamos con niños de cinco años y personas mayores. No entramos en Madrid para evitar problemas, pero teníamos que ir antes a la taquilla porque había gente que no tenía entrada. Estábamos repartidos en dos bares porque éramos muchos y Aitor fue al otro. Al salir del baño decidimos salir fuera porque notamos algo raro, pedimos ayuda a la Policía y nos mandaron al campo. Vinieron los dos coches de los que salieron los que mataron a Aitor y empezamos a correr sin sentido. Soy la última en ver a Aitor. Estaba de pie esperando a la ambulancia diciendo que “me han pinchado”. Era consciente de lo que pasó».

Iñigo empezó a tener noticias: «Antes del partido Salva Iriarte me dijo que “tu hermana está bien, pero han atacado a una persona”. No nos dijeron a quién, creo que lo sabían y no me lo quisieron decir. Le dimos importancia, pero pensando que no iba a tener esas consecuencias. La información que nos llegó no era muy clara. Si no, habríamos tomado otra decisión. Tras el partido nos dijeron que era Aitor Zabaleta y estaba muy mal. Fue tremendo. Fui con Agustín Aranzabal al hospital. Estuvimos con la novia, nos dijo que estaba muy mal, pero siempre piensas que va a salir. De repente aparece el médico a decirnos que había fallecido. No podíamos entender cómo había pasado. Fue muy duro. Vino Gil Marín -máximo accionista del Atlético- y nos llevó al hotel. Le dijimos lo que pensábamos entre lágrimas, nos escuchó educadamente porque sabía nuestro dolor. Le dijimos que estaba todo organizado y seguramente lo sabía. Llegamos el hotel y pensamos que nos habían matado a un aficionado de la Real».

«QUERÍAMOS IR AL HOSPITAL»

Para la Peña Izar fue una angustia: «Nos meten al campo a las 18.30 y el partido era a las 21.00. Estaba vacío, sin luces, y no teníamos móviles. Vi a un periodista, Iñaki de Mujika, y le pedí que hiciera llegar a mi hermano que yo y mis amigas estábamos bien. Pensábamos que a Aitor le iban a poner unos puntos y volvía al campo hasta que nos fuimos enterando de la realidad. Fue una pesadilla cuando nos dijeron que no iba a volver, que se moría. No nos queríamos marchar a Donostia, habíamos ido 55 y estábamos 53. Queríamos ir al hospital porque Verónica estaba sola. No nos dejaron. A las 2.30 hablamos con nuestras familias y a las tres escuchamos en el autobús que Aitor había fallecido».

Iñigo lamenta que «era un conocido, un amigo de mi cuadrilla que ha ido en la peña con mi hermana y lo han matado. Te haces un montón de preguntas. Fue terrible para la plantilla. No puedes hacer nada más que pedir Justicia e intentar estar cerca de la familia, pero sabes que Aitor se ha ido y es un shock muy difícil de superar».

Nekane recuerda que «al díą siguiente nos acercamos a la Peña, que también fue Iñigo y dijo unas cosas que se nos quedaron grabadas. Tienes 21 años, vas a un partido y acabas poniendo una esquela y en un tanatorio sin conocer ni a los padres de Aitor. Y fuimos a la Ertzaintza. Habíamos visto cosas y nadie nos pedía declaración. Volvimos tres veces a Madrid a la instrucción y al juicio, en el que ves a esa calaña que se reían de ti. El juez les permitía todo. No es fácil. Piensas que no merece la pena jugarte la vida por un partido sin entender que hay gente que va a un campo con navaja y clubes que lo permiten cuando el fútbol debe ser diversión».

Iñigo en esa charla «quise darles las gracias y hablé de Aitor, del buen tío que era y de que siempre apoyó a la Real. Fue muy duro, se te va una persona que ha ido a animarte, a ver a tu equipo, porque soy de la Real a muerte y me pudo pasar a mí, porque yo tuve la suerte de jugar en él».

Lo sucedido unió a las integrantes de la Peña Izar, aunque «algunos de los 55 han dicho que no fueron a Madrid. El miedo y el dolor cada uno lo vive de una manera y no somos muchos los que nos juntamos, pero lo sucedido nos ha unido. Tras el dolor que vivimos es bueno hablar las cosas. Desde hace cinco años nos juntamos los que vivimos aquel viaje y brindamos por la vida, porque fue él, pero pudimos ser más si nos pillan dentro del bar, y brindamos por Aitor, es un ángel que tenemos».

Buscan cosas positivas. Iñigo ve que «hizo que el fútbol vasco y el mundial se uniera y se tomara conciencia. Antes había más agresividad, ahora las cosas están mucho mejor. En Inglaterra veo que la Policía es dura con los ultras. A nuestros aficionados no los protegieron. Y es una maravilla cómo se recuerda a Aitor. Hay que agradecer a la Real lo que ha hecho, los homenajes a la familia le vendrán bien. Por desgracia, es un referente bonito para que la gente lo recuerde y nosotros siempre lo tendremos en el corazón».

Nekane agradece que la grada de animación lleve su nombre: «Fue muy triste, pero son muy bonitos los homenajes. Los jóvenes que no habían nacido ya saben quién es porque cantan su nombre todos los partidos. Allá donde esté entre las estrellas, estará sonriendo desde arriba».