Parece que mañana se reunirán en un salón del Congreso de los Diputados Pedro Sánchez y Núñez Feijóo. El presidente del Gobierno ha cedido a los tontadas infantiloides del angustioso líder de la carcundia de derecha extrema con un despectivo: «para usted la perra gorda». La obsesión de Feijóo por no ir a la Moncloa como invitado, sino llegar allí de la manera que sea y poner sus tresillos familiares e invitar a sus amigos con yate siendo el mandamás es obsesiva. Le falta un ratito.

La noticia que nos suliveya es que el Estado español ha decido comprar hasta un 10% de las acciones de Telefónica. No hace tanto tiempo que en la televisión se empujaba a la ciudadanía a hacerse con acciones de esta boyante empresa. Se llamaban «matildes», porque en un anuncio muy eficaz con actores populares así se reconocía. Eran tiempos en donde existía un entramado empresarial de importancia. En comunicaciones, transportes, banca, energía y todo los asuntos estratégicos hasta que los neoliberales quisieron hacer caja y privatizar.

Empezó Felipe González, que privatizó poco a poco, pero llegó Aznar y se desmelenó. En Telefónica primero puso al frente al compañero suyo de pupitre, tal como lo leen, después la privatizó de manera total, enriqueció a los del pupitre y a los de su mafia corrupta. Por eso algunos sentimos como una suerte de calambrazo si se revierte esta voluntaria entrega de lo que funcionaba a los amiguetes e inversores. La verdad es que en este caso la reacción ha sido porque Arabia Saudí había comprado el 5%. Atentos que la cosa se va a poner entretenida.