Raimundo FITERO
DE REOJO

Voló, voló

Es una de esas fechas que todos los que teníamos más que uso de razón, compromiso político, recordamos con precisión dónde estábamos y cómo nos enteramos de la acción que llevó a un presidente de gobierno franquista a los cielos. Empiezo yo: estaba en Estocolmo por asuntos de índole política. Tenía un billete de vuelta para el día 23. Al comunicarme con mi madre, ella me conminó a quedarme, a retrasar la vuelta hasta que se aclarase la situación. Volví. No me sucedió nada relevante. Bueno, sí, que me incorporaron de urgencia al servicio militar obligatorio como a todos cuantos tenían prórrogas de cualquier tipo.

Al cumplirse cincuenta años de esa acción que indudablemente aceleró lo que después se llamó transición, los medios de comunicación y otras fuentes de reproducción fraudulenta de los momentos históricos se empeñan en fabricar relatos en los que su principal intención aparente es hacer ver que ETA no tenía mucho que ver. Y si tenía que ver, lo era de manera subsidiaria, ya que había un complot global de fuerzas internas del franquismo, externas de los servicios secretos con la CIA en primer lugar que fueron los que dieron al comando pistas, herramientas, apoyo y explosivos. Ahí queda eso.

Lo único que se puede asegurar es que voló, voló, Carrero voló, y su vuelo fue un final y principio de una etapa histórica. En todos los sentidos. Indudablemente se pueden hacer estudios pertinentes sobre su influencia en el proceso hacia la democracia representativa en la que vivimos que con el almirante al frente del gobierno hubiera sido muy improbable.