Joseba ITURRIA
Entrevista
JOANE SOMARRIBA
Embajadora del Laboral Kutxa

«En mi época era imposible pensar en un equipo como Laboral Kutxa»

La mejor ciclista vasca de todos los tiempos está encantada con su papel de embajadora del conjunto femenino de la Fundación Euskadi y con su trabajo para ser referencia para las jóvenes. Fue feliz con la época difícil que conoció, pero lamenta no haber nacido unos años más tarde para vivir la evolución actual que nunca podía imaginar cuando competía.

(Markel BAZANBIDE | FUNDACIÓN EUSKADI)

 

El 2023 ha sido especial para Joane Somarriba porque se han cumplido 20 años desde que impulsó el nacimiento del Bizkaia Durango para ayudarle a lograr su tercer y último Tour en su estreno en 2003, cuando a pesar de ganarlo antes en dos ocasiones y dos Giros, no tenía apoyos suficientes para poder seguir. Por eso siente pena tras confirmarse en diciembre que el equipo vizcaino no podrá seguir y felicidad por incorporarse en junio como asesora al proyecto del Laboral Kutxa, con el que ha vivido la concentración que ha acabado esta semana en Altea (Alicante).

¿Le tocó una época difícil?

La situación del ciclismo femenino no era buena. Había pocas carreras, sin la televisión y solo valía ganar, si hacías segunda no se daba importancia. No teníamos equipo para hacer las carreras e íbamos con la selección española, que tenía que elegir entre Giro o Tour porque no había dinero para las dos. Mi primer buen resultado fue un sexto puesto en un Giro que ganó Luperini en 1998 [luego Joane Somarriba se llevó los dos siguientes y el Tour de 2000 y 2001]. Fue un gran resultado, iba a casa sintiendo que era muy importante, me había sentido tan bien tras tanto trabajo, llevaba toda la vida buscando eso y veía que tenía tantas dificultades que era imposible seguir.

Nuestros premios no eran iguales, pero lo que quería era tener los mismos medios y la oportunidad de correr las mejores carreras. Íbamos a Francia o a Italia de cualquier manera. Se me hizo muy duro seguir así y pienso que se quedaron muchas ciclistas sin cumplir sus sueños porque era muy difícil entrenarte, ir a Francia y ver que todas las organizaciones eran un desastre, sin público. Han cambiado las cosas. Ahora me da mucha alegría conocer el Laboral Kutxa desde dentro y cuando voy a la Vuelta y veo la gente que hay en las carreras, el ambiente y las estructuras de los equipos.

Cuando en 2003 logra su último Tour, ni se disputa el año siguiente, ¿se podía imaginar que el ciclismo femenino podía llegar a donde está ahora?

Era imposible pensar en la situación actual y en tener un equipo como Laboral Kutxa. Las chicas corren ahora las mejores carreras como los chicos, ves las organizaciones que tienen los equipos... Con el Laboral Kutxa he tenido la suerte de vivir el gran trabajo que se hace y estoy encantada. Es un equipo de referencia para las jóvenes, que les da la oportunidad de cumplir sus sueños. Hay un gran esfuerzo, esperemos seguir así y lograr que haya igualdad de condiciones a nivel de sueldos y medios.

El calendario de carreras es de ensueño. En nuestros tiempos había muchos problemas para competir y ahora pueden hacer las mejores pruebas de los hombres y eso es muy importante para las niñas que empiezan, que ven esa perspectiva ilusionante. Mi hija anda en bicicleta, sigue las carreras, ve la París Roubaix y me dice que a ver si tiene la oportunidad de correrla. Ahora ella tiene una época muy bonita para ser ciclista, me da pena que nací hace tantos años...

¿Recuerda cómo fueron sus comienzos en el ciclismo?

Cuando era joven siempre nos tenían que llevar las Federaciones. Los equipos eran muy pequeños y seleccionaban a las elegidas con el presupuesto que tenían. Entonces los chicos tampoco viajaban en avión, iban en coche. Nos invitaban a la Vuelta a Checoslovaquia y nosotras íbamos en una furgoneta con muy pocos medios. Nuestros hoteles eran de poca calidad, los organizadores tenían dificultades, la comida era precaria. Había muy pocas carreras y era difícil porque tenías que entrenarte mucho para compensarlo. Ibas a las carreras con un masajista y un mecánico y a veces tenías que elegir entre los dos. En el primer Tour solo había un masajista y no podías tener todos los días masaje, nos turnábamos. En un Mundial se le rompió a una compañera la bicicleta y no había otra.

Eso da más valor a sus éxitos.

No quiero andar siempre contando penas. Fui muy feliz y si volviera a nacer no cambiaría nada, pero eran muchas las dificultades que había en mi época. Quizás sin esa dificultad y sin esa lucha no habría ganado el Giro ni el Tour porque me hizo muy cabezona. Tenía el ciclismo metido en la sangre y me daban igual los medios que teníamos o no disfrutar de un sueldo. Mi objetivo era ser corredora y siempre tuve claro lo que quería. El ciclismo era mi trabajo, mi sueño, aunque era muy difícil.

Ahora todo es más sencillo. Sigue siendo muy difícil, hay que sufrir mucho y tener disciplina, pero han mejorado los sueldos y los medios. Las ciclistas tienen más oportunidades, se limitan a entrenarse y sacar lo mejor de su cuerpo. En mi época nos preocupábamos de si había dinero, de si llegaba para ir a un sitio u otro.

¿En Italia tampoco tuvo la opción de vivir del ciclismo?

Profesionalmente estaba muy bien para aprender, el material era bueno, pero para cobrar era un desastre. Empezaban bien, parecía que había dinero, pero llegaba abril o mayo y ya había problemas. Tenían poca seriedad, te decían que «no podemos porque no tenemos dinero, hemos pensado que había, pero al final no». En Italia no había fundamento, me pagaban solo dos o tres meses, fui a un abogado para intentar cobrar lo demás y decía que era imposible hacer cumplir los contratos. No valían. Han cambiado mucho las cosas.

¿Lo ve en el Laboral Kutxa?

¡Qué bien hace las cosas a todos los niveles! Estoy alucinando por lo profesionales que son, las ganas para hacer bien las cosas. Se cuidan todos los detalles, no queda nada fuera. Todo el día miran cómo ayudar para mejorar para que las chicas estén bien. Aitor [Galdos] lo hace perfecto como manager, hay mucho esfuerzo detrás. Es un equipo bonito que ha tenido una gran evolución mucho en cinco años.

Se ha reforzado con Ane y Lourdes, que se unen a más ciclistas de aquí. Es un proyecto muy serio y por eso ha estado tan cerca de entrar en el World Tour, donde seguro que va a estar en 2026. Lo tengo muy claro porque, tal como hacen las cosas ahora, será así.

¿Cómo valora la decisión de Ane Santesteban de dejar el World Tour para venir al equipo en su mejor momento?

Lo entiendo muy bien porque manda el corazón. Me parece normal, ha estado muchos años fuera y quiere venir a un equipo vasco a ayudar. Es muy importante para el Laboral Kutxa tener a Ane con 33 años con el nivel que ha dado esta temporada. Lo que ha hecho en el Tour y el Giro demuestra que está muy bien físicamente y nos va a dar mucho de ahora en adelante. Esperamos que haga el Tour y que esté al máximo nivel con su experiencia y su regularidad. Para mí ha sido una gran alegría ver cómo se ha reforzado el equipo.

¿Hay paralelismos entre la trayectoria de Ane y la suya?

Yo también con los años quería estar en casa, para mí era muy duro estar fuera, alejada de la familia. Ha cambiado mucho todo, pero necesitas estar en tu ambiente, con tu gente y es tan exigente este deporte, que si estás fuera se hace más duro todavía mentalmente. Si corres en un equipo de casa, con el ambiente que hay, que todo el staff sea de aquí, eso hace que se tenga en cuenta y el corazón te trae.

¿Cómo vive el rol de embajadora del Laboral Kutxa?

Estoy muy contenta disfrutando con esta experiencia. Este proyecto es muy especial, con muchos valores. Tuve claro desde el inicio que para mí era muy importante vivir desde cerca y aportar lo que pueda y es bonito estar dentro del equipo. He estado en Alicante, voy a gusto a las carreras, lo sigo todo de cerca, estoy muy conectada y muy contenta viendo qué proyecto tenemos los euskaldunes.

He sido ciclista y es un sueño ser un referente para las jóvenes por sus valores, por lo que hay detrás del equipo. Hemos estado esperando a ver si estamos en el World Tour. Es tan importante estar tan cerca y tener un equipo vasco tan bueno como referente para las jóvenes que me siento muy feliz de formar parte desde dentro de este proyecto.

Su progresión coincide con la desaparición del Bizkaia-Durango y el Sopela.

Estoy disfrutando de la situación actual, pero lo negativo es que han desaparecido equipos y hace falta un gran trabajo de base y formación. El ciclismo femenino necesita más equipos en un escalón intermedio para dar oportunidades a las chicas para que evolucionen. Muchas se quedarán sin equipo. Tengo relación con una chavala del Sopela y tiene muy difícil encontrar uno.

Hay que agradecerles el trabajo realizado muchos años. Lo mismo dije cuando despareció la Bira. Te da mucha pena que carreras y equipos desaparezcan, pero las exigencias ahora para ser continentales son muy grandes. Hablé con Agurtzane Elorriaga y es muy difícil. Han peleado buscando sponsors, pero el Bizkaia no cierra las puertas en el futuro.

¿Fue clave en su nacimiento?

Se nos hizo muy difícil encontrar un sponsor. Yo tenía un peso en el ciclismo, pero había pocas carreras y sin televisión. Ya en 1992 necesitamos el apoyo de “Deia” para acabar la temporada. Veía tantas dificultades que pensaba que era imposible seguir. En ese momento se pusieron en relación la Duranguesa, el alcalde de Durango Juan José Ziarrusta y la Diputación de Bizkaia y entre todos decidieron crear un equipo. Gracias a ellos sacaron el Bizkaia y mis recuerdos son muy bonitos porque había gente muy joven en el equipo, para ellas fue un gran cambio. Hicimos el Giro, que fui tercera, las carreras de aquí y fuimos al Tour con mucha responsabilidad porque el objetivo era volver a ganarlo. Hicimos un gran trabajo, teníamos un buen ambiente, vinieron extranjeras que reforzaron mucho el equipo y gracias a todas lo ganamos.

¿Fue especial ganar el último Tour con un equipo vasco?

Ganar es difícil y cuesta describir con palabras la alegría que sientes porque compartirla con las demás el último día es muy bonito. Te quedan para siempre esos momentos. Todos los Tours son especiales, pero ganarlo tras tantas dificultades, encontrar sponsor, sacar el equipo y llevar el nombre de Bizkaia... Siempre estaré agradecida a todas las personas que hicieron un gran trabajo para sacarlo adelante y lograr el triunfo en aquel Tour.

Hubo una gran unión y ganarlo fue una gran alegría. Salimos de Córcega con 35 grados. Fue un Tour durísimo, con muchísimo calor desde el inicio. Me beneficiaba, pero eso hizo que las primeras etapas tuvieran una gran dureza. Mis compañeras no pudieron estar mejor, me ayudaron todos los días. Fue difícil porque competí con grandes corredoras como Judith Arndt, tercera, y Fabiana Luperini, cuarta.

Nos juntamos hace poco todas al cumplirse 20 años con todo el staff, los masajistas y demás. Fue muy bonito recordar esos tiempos preciosos. Fue un gran equipo y era del pueblo. Todavía tengo gran relación con las compañeras y las personas que estaban porque en todos los equipos he estado muy bien, pero en uno de casa es diferente. Los sentimientos cambian mucho, las situaciones con las jóvenes... Fue una experiencia y un gran cambio para ellas y para mí porque yo quería venir a casa.