Raimundo FITERO
DE REOJO

Un mar de dudas

Casi nunca me cuesta tanto poner un titular. Porque deben saber que, una vez tengo un titular, el resto es coser letras y cantar frases. Cuando a un episodio vírico, sucede otro episodio vírico que culmina en una sensación de apocalipsis de moquita, esputos y escalofríos, la duda gangrena la confianza en la ciencia médica. Entonces todo tiembla, aparecen las teorías más peregrinas y se hace caso a las voces que informan de que los facultativos son ingenieros estadísticos con bata blanca que hace años están poseídos por los visitadores médicos que son el prototipo de algoritmo sin conexión de finales del siglo pasado.

La cuestión es que apoyada la nariz sobre un pañuelo de papel que se humedece y se arruga, entender la situación política por la que se atraviesa forma parte de los juegos de mesa que se han reunificado tras los últimos acontecimientos. En mi círculo más cercano, que es concéntrico y sube y baja en espiral por mis emociones asilvestradas que van configurando un mapa de lo posible y recomendado, no se ponen los artistas, maestros y autoridades subjetivas en definir si Euskadi es un oasis, un simple nenúfar en una charca de Europa o podríamos empezar a pensar que formamos un auténtico y genuino exoplaneta.

Anunciadas las retiradas de Urkullu y Otegi, considerando que el precio de las kokotxas se mantiene en una relativa estabilidad, mirando la tabla de clasificación de LaLiga y que Josu Jon está buscando un sitio en el parnaso de los neoliberales, ¿cuál puede ser la mejor solución cuántica para el trío PNV-EHBildu-PSE? Un mar de dudas.