Raimundo FITERO
DE REOJO

Un pipa de agua bendita

Se nos va el año con una parsimonia tántrica. Queremos mirar de frente a los relojes de la desidia que nos empuja hacia la toma de postura, pero acabamos atragantándonos en el tercer cuarto. Apretujadas las emociones entre listados interesados de productos de consumo cultural, nunca sabemos si esa serie que acaba empezó un día de labor o fue un mal sueño. La espera de la entrada de un nuevo año que será bisiesto, que nos llevará de paseos electorales, que nos empujará las circunstancias a posiciones de respeto y reconciliación familiar mientras las cachimbas, también conocidas como shishas o narguiles, van ocupando espacio en muchos locales donde palotear mientras la pipa de agua refresca nuestro gaznate y transporta efluvios mágicos a nuestra central de pensar.

Es difícil salir de la sensación de irrealidad que nos provoca las decisiones de Javier Milei, el presidente de Argentina que está convirtiéndose en un peligro democrático tangible. En todos los campos donde está recortando, amputando, retrocediendo en derechos y libertades nos coloca ante una paradoja caleidoscópica. Quienes usan la palabra libertad como soflama política son unos auténticos liberticidas. Entiéndase Ayuso, Milei, Trump y otros tantos. El mal uso hace que se desgaste, se corrompa y que se utilice para lo contrario que se proclama.

Se necesita una manera de actuar y proponer en el ámbito de la política partidista y la acción política con más contundencia en los planteamientos para impedir que estas nuevas dictaduras que se vislumbran queden en una anécdota y no se normalicen.