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UNA NUEVA ERA EN NAFARROA

Nafarroa estrena la etapa del juego de espejos

El terreno de juego en Nafarroa ha cambiado. EH Bildu arranca el año mandando en Iruñea después de que el PSN haya dejado atrás su línea roja. Se establece así un juego de equilibrios entre el Ayuntamiento de la capital y el Gobierno de María Chivite que marcará la forma de funcionar.

El nuevo equipo de gobierno que toma las riendas de Iruñea tras la moción. (Jagob MANTEROLA | FOKU)

Nafarroa camina por terrenos inexplorados, con todo lo que ello implica de ilusionante y de incierto. 2024 comienza como un tiempo de oportunidad, en cualquier caso. La recuperación de la Alcaldía de Iruñea para EH Bidu no es para nada un paso atrás, sino otro hacia adelante. Que el PSN rompa su vieja línea roja sienta un precedente capaz de mover todo el marco político de Nafarroa. Si ha pasado una vez, puede volver a pasar.

Lo peculiar de esta etapa es que se abre el juego de simetrías que se establece entre el Gobierno de Nafarroa -que lidera el PSN y que incluye a miembros de Geroa Bai y Contigo Zurekin, dejando a EH Bildu fuera- y el Ayuntamiento de la capital, donde quien gobierna es EH Bildu y quien está fuera es el PSN.

Los vasos comunicantes entre un gobierno y otro irán tomando forma a lo largo de este año. Serán importantes. Cuesta imaginar que lo que ocurra en una parte no tenga reflejo en la otra, empezando por los presupuestos. Puede pasar que María Chivite tenga cuentas y Joseba Asiron, no. Y viceversa. Pero desde luego no va a ser lo más factible.

Así pues, tanto Asiron como Chivite arrancan 2024 con el viento a su favor de tener presupuestos, con lo que implica esto en estabilidad y -sobre todo- dinero para financiar sus proyectos.

La gran preocupación, por tanto, pasa por decidir qué hacer, cómo acertar y armar los consensos necesarios en torno a las ideas que surjan.

Esta última parte, la de actuar de forma coordinada, no va a resultar sencilla. Gobiernos que requieren de muchos consensos tienen problemas para tirarse a la piscina, pues siempre habrá alguna voz que pedirá prudencia, quiera desmarcarse o alguien a quien le surja algún conflicto de intereses. Gestionar este diálogo sin dañar la imagen del conjunto del equipo será el otro gran reto del ciclo político que se abre.

Lo lógico es que no todos los actores políticos que conforman los gobiernos se sientan igual de cómodos en este marco que se creó tras la moción de censura y quieran marcar distancias, fijar perfil propio y arrancar con su propia estrategia.

Por otro lado, tanto a la hora de coordinar equipos como a la hora de fijar prioridades, el PSOE y EH Bildu son dos formaciones radicalmente diferentes. Gobierno de Nafarroa y Ayuntamiento de Iruñea están llamados, en este sentido, a distanciarse y competir por quién lo hace mejor. Lo cual puede resultar positivo.

OPOSICIÓN EN KO

En cualquier caso, los riesgos y las oportunidades, sobre todo en Iruñea, tienen de inicio una clave más de gestión interna entre los socios que externa, pues afuera no hay rival. La reacción de UPN es la de un boxeador que ya está noqueado y no se ha dado cuenta y sigue lanzando derechazos al aire en dirección hacia donde no hay nadie.

Un año debería ser tiempo suficiente para que UPN se sacuda de encima este aturdimiento, deje de insultar y vuelva a encontrar un modo de hacer política. Por de pronto, les toca Congreso (la previsión es que tenga lugar en primavera) y de ahí tiene que salir un nuevo liderazgo. Cristina Ibarrola, la alcaldesa derrocada, y Alejandro Toquero, alcalde de Tutera, son los más fuertes.

Los anteriores congresos de UPN han derivado en pugnas feroces pero, con las expectativas tan negativas que tiene hoy el partido, asumir las riendas no tiene el mismo atractivo. Apunta, por esto, que el relevo de Javier Esparza no vendrá acompañado de las polémicas como en los anteriores y esto ayudará a que salgan más fuertes de lo que entran.

Ahora bien, si vuelven a enfrentarse, el resultado de la contienda puede llevarse por delante al partido, por mucho que hubiera sido el más votado en las últimas elecciones.

La única esperanza que le queda a la derecha (y es la baza a la que se juega todo) es que caiga Pedro Sánchez y arrastre, como un castillo de naipes, a los gobiernos de Nafarroa y de la capital. Pero las elecciones en el Estado se celebraron a finales de julio y el cronómetro apenas ha arrancado.

Debería haber tiempo, pues, para que EH Bildu muestre de qué es capaz con la oportunidad que recién se le ha abierto.