Iker BIZKARGUENAGA
BILBO
INFORME DE LAKUA SOBRE HÁBITOS DE CONSUMO

Los más ricos, los menos dispuestos a esforzarse por el medio ambiente

Las personas más adineradas no solo tienen los patrones de consumo más contaminantes, son también las que menos conciencia tienen de su impacto, las que menor necesidad ven de reducirlo y las más reticentes a hacer algo que les suponga un esfuerzo para preservar el medio ambiente. Son algunas de las conclusiones extraídas de la letra pequeña de un informe de Lakua.

Un crucero de lujo arriba al puerto de Pasaia.
Un crucero de lujo arriba al puerto de Pasaia. (Juan Carlos RUIZ | FOKU)

Es sabido que las personas más ricas son las que más contaminan -el 5% más pudiente contribuyó con el 37% del crecimiento de las emisiones de CO2 entre 1990 y 2015, según un estudio realizado por científicos británicos-, pero son también las menos dispuestas a alterar sus hábitos de consumo para preservar el medio ambiente. Así se desprende al menos del informe “Economía circular y gestión de residuos”, realizado por el Gabinete de Prospección Sociológica del Gobierno de Lakua.

El trabajo, difundido en noviembre, muestra en términos generales una situación de cierta estabilidad en torno a la concienciación medioambiental, con un 98% de la población que considera «muy importante» -78%- o «bastante importante» -20%- el medio ambiente como factor para tener una buena calidad de vida, y con un 93% dispuesta a alterar algunos hábitos para ser más respetuosa con el mismo.

Son cifras parecidas a las de la encuesta realizada hace dos años, aunque entonces era el 80% el que lo consideraba «muy importante» y un 18% «bastante», y el porcentaje de personas dispuestas a cambiar sus costumbres se mantiene casi invariable respecto a 2017.

Sin embargo, en esa imagen a grandes rasgos no tardan en asomar los matices en cuanto se observan variables como sexo y capacidad económica. Este último filtro, por ejemplo, es clave para calibrar la disposición al cambio, pues suman hasta diez puntos menos las personas de «clase alta» que dicen estar dispuestas a modificar ciertos hábitos «en cualquier caso» que las de «clase baja» que dicen lo mismo: un 45% frente a un 55%, por un 57% entre los encuestados encuadrados en la «clase media». Ante esa misma pregunta, son más las personas de «clase alta» que afirman estar dispuestas a cambiar «pero solo si no le supusiera un gran esfuerzo», un 42% frente al 39% de las de «clase baja» y 37% de «clase media».

En cifras totales los ricos siguen siendo los menos proclives a alterar sus costumbres más allá del grado de esfuerzo exigido: 87%, frente al 94% de los otros dos grupos.

Asimismo, aun siendo en todos los casos una clara minoría, las personas de «clase alta» que declaran no estar dispuestas a cambiar en favor del medio ambiente son el doble que las de «clase baja»: 6% y 3%, respectivamente, por un 4% entre las de «clase media».

MÁS ROPA, MÁS COCHE, MÁS VIAJES

Las diferencias en función de la renta no se observan solo en la predisposición al cambio, también aparecen cuando se concretan acciones realizadas o que se estaría dispuesto a hacer para ser más respetuoso con el entorno natural. Así, mientras el 68% de los encuestados de «clase baja» dice haber reducido la compra de ropa y calzado por ese motivo, el porcentaje baja al 55% entre personas de «clase alta» -60% los de «media»-, aunque un 32% de estas dice estar dispuesta a hacerlo en el futuro, por un 27% del primer grupo. También son menos las personas de «clase alta» que declaran haber aminorado el uso del coche, un 51% frente a un 55% y un 56% entre las de «clase baja» y «media», respectivamente. La diferencia es aún más ostensible entre quienes aseguran haber viajado menos, que alcanza el 46% entre los encuestados que tienen menos recursos y solo llega al 30% entre los más pudientes.

La disminución del uso de la calefacción es igualmente una medida menos asumida por las personas de «clase alta», que solo pueden hacer gala de una mejor actitud cuando se pregunta si han reducido la compra de productos muy envasados o empaquetados, pues alcanzan el 62%, frente al 53% en las de «clase media» y el 55% de las de «clase baja». Probablemente, la mayor capacidad de las personas adineradas para acceder a productos frescos, sobre todo alimentos, tiene que ver en esa diferencia.

Y curiosamente, cuando se les cuestiona en qué medida creen que sus hábitos de consumo afectan negativamente al medio ambiente, son más las personas de «clase baja» que responden que «mucho», un 17%, que las más ricas que opinan lo mismo, un 14%, por un 15% de «clase media» que responde de igual manera.

LAS MUJERES, MÁS CONCIENCIADAS

Más allá de la renta disponible hay otros parámetros que también determinan una mayor o menor conciencia medioambiental, y en este sentido es llamativo que son bastantes más las mujeres que consideran «muy importante» el medio ambiente para tener una buena calidad de vida que los hombres que coinciden con esa apreciación: 81% por 74%. Por contra, entre los hombres un 23% lo considera «bastante importante», frente a un 17% entre las mujeres. Asimismo, hay una diferencia de ocho puntos cuando se les pregunta su grado de acuerdo con que «es imprescindible reducir el nivel de consumo en nuestra sociedad para evitar el deterioro del medio ambiente», 70% de las mujeres está totalmente de acuerdo con ello, por el 62% de los hombres. También hay ocho puntos de distancia ante la afirmación de que «con nuestras decisiones de compra podemos hacer que las empresas produzcan de forma más responsable», pues los porcentajes son el 62 y 54%, respectivamente. En la primera de esas dos cuestiones, la que hace referencia a la necesaria reducción de los niveles de consumo para evitar el deterioro medioambiental, se aprecia igualmente un sesgo relacionado con la clase social, pues mientras el 68% de las personas de «clase baja» y «media» está totalmente de acuerdo con esa afirmación, entre las de «clase alta» la cifra cae hasta el 54%. A mayor riqueza y mayor consumo, menor asunción de que reducirlo es clave para preservar la salud del planeta, y menos ganas de hacerlo. Es lo que se ve en un informe que, también hay que decirlo, deja en bastante buen lugar la conciencia medioambiental general de la sociedad.