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INFIERNO EN GAZA

Dos bombas causan una matanza en Irán cerca de la tumba de Soleimani

Un día después de que un dron israelí atacara un edificio en la periferia de Beirut, bastión de Hizbulah, y matara al dirigente de Hamas Saleh al-Arouri, una doble explosión en la ciudad iraní de Kerman, donde se conmemoraba el cuarto aniversario de la muerte de Qassem Soleimani, segó la vida de más de un centenar de personas y elevó al máximo la tensión en la zona.

Un hombre llora junto al cadáver de una familiar muerta en el atentado de Kerman. (Sare TAJALLI ISNA | AFP)

El temor a una extensión del conflicto entre Israel y Palestina a toda la región se reforzó ayer con la doble explosión que dejó al menos 103 muertos -alrededor de 180, según algunos medios- en la localidad iraní de Kerman, un día después de que un ataque con drones israelíes matara en la capital de Líbano a Saleh al-Arouri, considerado el «número dos» de la oficina política de Hamas, junto a otros cinco miembos del movimiento de resistencia islámica, y en plena campaña de ataques de los huthíes de Yemen en los mares Rojo y Arábigo contra barcos con intereses israelíes o que se dirijan a puertos de la Palestina ocupada, hasta que entren alimentos y medicinas en la Franja de Gaza. Nadie ha asumido la autoría de los atentados de Beirut y Kerman, pero Hamas y Hizbulah acusaron a Israel por el primero de ellos e Irán apuntó también ayer en la misma dirección.

Menos de 24 horas después de que autoridades iraníes advirtieran a EEUU e Israel de las consecuencias de la muerte de Al-Arouri, «continuidad de los brutales crímenes del régimen sionista», una doble explosión cerca del cementerio donde está enterrado Qassem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria muerto en un ataque de EEUU en enero de 2020 en Bagdad, segaba la vida, según el balance oficial, de 103 personas y hería a 141 más, aunque no se descartaba que aumentara el número de víctimas mortales.

La primera de las explosiones tuvo lugar a unos 700 metros de la tumba de Soleimani, situada en el Jardín de los Mártires, mientras que la segunda se produjo minutos después en una zona cercana durante un acto por el cuarto aniversario de su muerte. Fuentes citadas por la agencia Tasnim indicaron que los explosivos fueron colocados en varias bolsas depositadas en la zona y fueron activados por control remoto. Allí se habían concentrado miles de persona.

El vicegobernador de Kermán, Rahman Yalali, señaló que se trató de un «ataque terrorista», sin dar más detalles.

El líder supremo iraní, Alí Jamenei, avisó a «los malvados y criminales enemigos» responsables del atentado de que tendrán «una dura respuesta».

El suceso en Kerman tuvo lugar, además, tras la muerte el 25 de diciembre de Razi Musavi, alto cargo de la Guardia Revolucionaria de Irán, en un bombardeo de Israel contra la capital de Siria, Damasco, en pleno repunte de las tensiones en la región tras los ataques realizados el 7 de octubre por Hamas y la operación de venganza lanzada por Tel Aviv, que ha devastado la Franja de Gaza y dejado ya más de 22.313 muertos.

Irán ha decretado para hoy un día de luto oficial por el doble atendado de ayer, que fue condenado por la Unión Europea y Rusia, entre otros.

HIZBULAH ATEMPERA

Mientras esto ocurría en Irán, aumentaba la expectación por la respuesta que daría Hizbulah al ataque de la víspera en Beirut, ya que se esperaba la intervención de su líder, Hassan Nasrallah. El martes, el Partido de Dios advirtió de que «el asesinato de Saleh al-Arouri» no era solo «una grave agresión contra Líbano», sino también «un grave acontecimiento en la guerra entre el enemigo y el eje de resistencia», en referencia a Irán y a sus aliados regionales hostiles a Israel, al tiempo que agregaba que «este crimen no quedará sin respuesta ni castigo».

Ante el temor a una implicación directa de Hizbulah en el conflicto entre Israel y Palestina, Nasrallah volvió a reiterar ayer su apoyo indiscutible a las milicias de la región, pero insistió en que «las organizaciones de resistencia» son soberanas y «actúan independientemente unas de otras, cada una en su propio país». «Nos consultamos, pero cada uno toma sus decisiones en función de sus intereses y los de su población», añadió.

Calificó de «flagrante» violación de la soberanía libanesa el ataque del martes, un atentado «muy serio», que supuso una doble agresión: contra los líderes de Hamas y contra los bastiones de Hizbulah en los suburbios de Beirut.

Y alertó de que la milicia chií que lidera combatirá «sin límites» contra Israel si el régimen sionista comienza una guerra contra Líbano. «Hasta ahora estamos luchando en la frontera con cálculos precisos, por lo que pagamos un precio alto con las vidas de nuestros jóvenes. Si el enemigo inicia una guerra contra Líbano, nuestra lucha no tendrá techo, límites, normas ni control», zanjó Nasrallah.

Además, señaló que la muerte de los caídos en esta ofensiva militar y asedio sionista sobre la Franja de Gaza «tendrá consecuencias positivas en Palestina, Líbano, Irak, Siria, Yemen y toda la región», y subrayó que la resistencia palestina se ha visto reforzada mientras que la imagen de Israel y de EEUU en el mundo «se ha derrumbado».

Precisamente, y en medio de las advertencias de EEUU y otros once países, los huthíes de Yemen, que en los últimos meses han lanzado misiles y drones contra el sur de Israel, reivindicaron ayer un ataque contra un buque de la naviera francesa CMA CGM, con bandera de Malta, frente a las costas yemeníes. Es el vigésimo cuarto ataque contra la navegación mercante en el sur del mar Rojo desde el 19 de noviembre, según EEUU.

INTENSOS BOMBARDEOS EN GAZA

Hasta anoche no se había producido la temida escalada, pero Israel sigue intensificando sus bombardeos en Gaza contra la población civil, a la que contempla deportar a terceros países, incluidos africanos.

Al menos 128 palestinos murieron en las últimas horas en distintos ataques en el centro y sur de la Franja, lo que eleva ya a al menos 22.313 el número de víctimas mortales, la inmensa mayoría de ellas menores, mujeres y ancianos, y a 57.296 la cifra de heridos, según el último balance de las autoridades gazatíes. Los ataques se concentraron en Farah, los campos de refugiados de Al-Maghazi y Nusseirat, en Yabalia y en Jan Yunis.

El Ejército sionista reconoce la muerte de 175 militares desde el inicio de su ofensiva, y ayer informó del fallecimiento de uno de los ciudadanos israelíes en poder de Hamas durante una operación de rescate.

Israel bombardeó también con un dron el campo de refugiados de Nur al-Shams, en Cisjordania, sin que informara de víctimas.

Las ciudades de Nablus y Ramallah, en particular, se paralizaron ayer secundando el llamamiento de la Autoridad Palestina a una huelga general en protesta por la muerte de Saleh al-Arouri.

Precisamente tras el ataque mortal contra el líder de Hamas, Egipto ha decidido congelar su papel como mediador con las facciones palestinas.



Israel insiste en la expulsión de los gazatíes

El ministro israelí de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, volvió a abogar ayer por la deportación masiva de los palestinos de Gaza, pese a las críticas de EEUU y los estados francés y español, que calificaron de «irresponsables» sus declaraciones y advirtieron de que su deportación es contraria al derecho internacional.

«EEUU es nuestro buen amigo, pero haremos lo que es bueno para el Estado de Israel: alentar la emigración de cientos de miles de personas de Gaza permitirá a los residentes [israelíes] regresar a sus hogares [en la frontera con Gaza] y vivir con seguridad mientras protegemos a nuestros soldados», escribió el líder de Fuerza Judía en la red social X.

El lunes había pedido el regreso de los colonos judíos a Gaza, después de la guerra actual, y «alentó» a la población palestina a emigrar, el día después de un llamamiento similar del titular de Finanzas, el también ultraderechista Bezalel Smotrich.

La expulsión de una población de su territorio está prohibida por los Convenios de Ginebra, pilar del derecho internacional humanitario, y los estatutos de la Corte Penal Internacional (CPI) califican «la deportación o el traslado forzoso de población» como un crimen contra la humanidad.

Smotrich, líder de Sionismo Religioso, volvió a la carga ayer al afirmar, en declaraciones a los medios, que «el 70% de la opinión pública israelí apoya la emigración voluntaria de los árabes de Gaza y su absorción por otros países». Según él, «los partidarios de esta solución humanitaria comprenden que un país pequeño como el nuestro no puede permitir que a solo cuatro kilómetros de nuestras localidades haya un foco de odio y terror, donde dos millones de personas se despiertan cada mañana con el deseo de destruir el Estado de Israel».

Smotrich, quien según varios medios confirmó que Israel estudia esa posibilidad, negó la existencia de un pueblo palestino durante una visita privada a París en marzo. «No hay palestinos porque no hay pueblo palestino», afirmó.GARA