Amaia EREÑAGA
DERIO

40 aniversario de «Txapela»: Heridas abiertas; secretos de Estado blindados

«No necesitamos condenas genéricas; necesitamos una declaración al máximo nivel institucional, inequívoca, de asunción de responsabilidades en el terrorismo de Estado», apuntó ayer en Derio, en nombre de Egiari Zor, Pilar Garaialde. Lo hizo en el acto de recuerdo a Mikel Goikoetxea, “Txapela”, muerto por los GAL hace 40 años.

Pilar Garaialde se dirige a  los congregados en el acto de recuerdo a Mikel Goikoetxea.
Pilar Garaialde se dirige a los congregados en el acto de recuerdo a Mikel Goikoetxea. (Aritz LOIOLA | FOKU)

El 28 de diciembre de 1983, el refugiado Mikel Goikoetxea Elorriaga, “Txapela” (1956-1984), resultó herido de gravedad a consecuencia de uno de los disparos realizados por un francotirador cuando llegaba a su vivienda de Donibane Lohizune. Su compañera Izaskun y una de sus dos hijas, Haize, estaban con él. El 1 de enero de 1984, Goikoetxea fallecía a consecuencia de las heridas en el hospital de Burdeos. El atentado, reivindicado por los GAL, sigue sin ser esclarecido cuatro décadas después.

Los efectos de la guerra sucia y las heridas todavía abiertas de una época convulsa de nuestra historia reciente quedaron evidenciadas en el acto que tuvo lugar ayer en el frontón de Derio, ante una biografía familiar que refleja lo que también ha pasado en este país. En el acto se recordó a dos hermanos: Mikel y Jon Ugutz Goikoetxea (1950-1972), muerto tras un enfrentamiento con la Guardia Civil en Elizondo en 1972. Al poco tiempo, esta familia de Derio tuvo que refugiarse en Ipar Euskal Herria. Una década después de la muerte de su hermano mayor, el GAL mataba a Mikel.

Ante la presencia de la familia del militante vasco, Pilar Garaialde, hija también de un muerto por el terrorismo de Estado -el taxista Paulo Garaialde, al que hace ahora 42 años mató la Triple A-, recordó ayer, en nombre de Egiari Zor, el contexto de la época en la que se produjo el atentado a Txapela: en tan solo dos meses, las fuerzas parapoliciales realizaron cuatro secuestros y dos muertes.

Unos hechos y una escalada de la que, por ejemplo, quien el exministro de Interior José Barrionuevo se jactaba en una entrevista a un medio madrileño. «No son suficientes las condenas genéricas del terrorismo de Estado, como si hubiesen surgido por generación espontánea como consecuencia de la decisión aislada de cuatro perturbados -afirmó Garaialde-. Si existen cloacas que están blindadas, si existe impunidad y se bloquean comisiones de investigación parlamentaria, si la Justicia sigue mirando para otro lado, es evidente que hay responsabilidades de Estado que salpican de manera clara a siglas políticas concretas y ponen de manifiesto el deficiente carácter democrático del propio Estado y de los partidos que lo vienen sustentado».

APELACIÓN AL GOBIERNO

«Apelamos al Gobierno del Estado español a que realice una declaración inequívoca de asunción de responsabilidades y de reconocimiento del daño causado -agregó Pilar Garaialde-. Le conminamos a que adopte la determinación democrática de desclasificar la documentación secreta que permita resolver los crímenes derivados del terrorismo de Estado, entre ellos, el de Mikel Goikoetxea».

Hodei Goikoetxea habló de heridas abiertas en la carta que leyó, dirigida a su padre: «¿Qué puedo decir de las heridas, de la memoria, de eso que tenemos roto en nuestro interior? La herida no es solo mía, es también la herida colectiva de este pueblo». En las cartas que escribía a sus hijas, Txapela les hablaba de sus sueños, de las contradicciones que le provocaba la militancia.... cartas con frases como esta: «Bide hau hartzea erabaki nuenean, ez zen soilik izan besteak ohartarazteko askatasuna gure esku dagoen utopia dela, baizik eta nik neuk ere horretaz jabetu behar nuela. Kontzientzia hartze hau etengabea da» (Cuando tomé este camino, no fue solo para decirle a los demás que la libertad es una utopía que está en nuestras manos, sino para que yo también me apercibiera de ello. Esta toma de conciencia es permanente».