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PERFECT DAYS

La balada de un hombre tranquilo y solitario


Wim Wenders mantiene una prolífica filmografía, aunque se alejó de la entrega de películas significativas durante casi tres décadas. Durante ese tiempo, se dedicó a la realización de documentales, como el que dedicó al fotógrafo Sebastião Salgado, e incluso colaboró con el Papa Francisco. Sin embargo, a los 77 años, cuando muchos lo consideraban perdido para la causa, el alemán ha resurgido con “Perfect Days”, una obra de ficción simple, conmovedora y que elude en todo momento la sensibleria. En esta su carta de amor a Tokio, el firmante de joyas como “El cielo sobre Berlín” se embarca en una road-movie por la capital japonesa, explorando sus raíces de manera delicada y auténtica. Siendo un admirador incondicional del cine de Yasujiro Ozu, Wenders elige rendir homenaje al maestro japonés pero sin intentar imitar su estilo reconocible.

LIMPIANDO RETRETES

El cineasta se sumerge en la cultura del “servicio” y del “bien común” propios de la tradición japonesa, y para ello se sirve de un guion coescrito con Takuma Takasaki. Su protagonista se dedica en cuerpo y alma a su trabajo de limpiar los baños públicos de Tokio, que poseen una inusual belleza arquitectónica, capturada con la misma pulcritud que el personaje. Aunque la estricta rutina diaria de Hirayama revela un misterio, la película decide mantenerlo como tal, ofreciendo solo sugerencias sobre su pasado, mientras se destaca su pasión por la lectura, su gusto musical por el rock de los 60 y 70, y su persistente soledad. Aunque asoman algunos personajes fugaces, el verdadero núcleo de todo es la extraña pero apacible paz interior de Hirayama.