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DE REOJO

En un punto y aparte


La verdad sea dicha y sin pretender buscar conmiseración, me pierdo en todos los puntos y aparte. Muchos días me pierdo hasta en los puntos y seguido. Ya si encuentro un punto y coma que se ha metido de manera inocente, busco una solución que me lleve a descubrir una coma ligera que se convierta en tabla de salvación. A veces pienso que la sintaxis es una patología producto de una ortografía atrofiada. Algo así como los envases brik que a ciencia cierta no sabemos cómo se reciclan. Nuestra única misión es colocarlos en el contendor amarillo, pero la composición de esos envases donde generalmente nos llega la leche industrial tiene tantas capas y, al menos, tres materiales, cartón, polietileno y aluminio, que necesitaríamos un máster para hacerlo correctamente.

Los puntos suspensivos me acaban de atravesar la idea madre, porque estaba amasando unos pétalos de discursos de la antigüedad y me he estancado en una rotonda dedicada a la conciencia. ¿Cómo se deslinda la mala de la buena conciencia? Sigo dando vueltas y tomaré la tercera salida camino de la necedad bien dibujada en las sombras de los prospectos de las penicilinas que se recetan para atajar el rebrote de sífilis que algunas agencias internacionales de salud han detectado. Estas cosas se guardan en un cofre blindado. Lo achacarán, sin pruebas, a las migraciones. Estamos en un cuarto oscuro de nuestra civilización desarrollista en la que es preferible la IA más manipulable que a cualquier miembros de la cúpula del PP. Incluidos los que ponen dos puntos detrás de cada considerando de su desorbitada militancia judicial.