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Netanyahu en su laberinto


Primero fue el secretario general de la ONU. El primer ministro israelí cargó contra António Guterres por recordar que la brutal incursión de Hamas del 7-O «no llegó de la nada».

El ataque del Ejército israelí contra la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (Unrwa) en Jan Younes el miércoles evidencia que Netanyahu no habla a humo de pajas en sus arremetidas.

La criminalización a las agencias humanitarias no tardó en alcanzar a la Cruz Roja, y a su homónima musulmana de la Luna Media Roja, por denunciar los bombardeos contra hospitales, escuelas y todo tipo de objetivos en Gaza.

Le siguió en la lista el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quien tuvo la osadía de recordar a Israel que «no se combate al terrorismo arrasando Gaza». Las llamadas respectivas a embajadores no se limitaron a Madrid y Tel Aviv, sino que se extendieron a otras cancillerías de la UE que se sumaron a la exigencia de un alto el fuego ya.

Esta semana ha arrancado con la inclusión en la lista israelí de «interlocutores no válidos» del alto representante para Política Exterior, el también español Josep Borrell.

Su «pecado», ironizar sobre el jefe de la diplomacia israelí, Israel (sic) Katz, quien durante el Consejo de Exteriores de Bruselas presentó sendos vídeos acerca de una isla artificial frente a Gaza y de una conexión ferroviaria Israel-India.... Con la que está cayendo en Gaza.

Pero, quizás, lo que más molestó a Netanyahu fue que el representante de la diplomacia de una UE que llevaba meses debatiendo entre la temporalidad de un alto el fuego o tregua, hablara claro sobre la imposición internacional de la «solución de los dos Estados, preguntara si el plan alternativo de Israel es expulsar o matar a todos los gazatíes y pusiera el dedo en la llaga al denunciar la complicidad táctica de Israel con Hamas para debilitar a Al-Fatah.

Hablando de quién financió a Hamas, en palabras de Borrell, hete aquí que Netanyahu y su ultra-Gobierno arremeten ahora contra Qatar, quien financia abiertamente a Gaza desde la llegada al poder de Hamas en 2007 y acoge a su dirigencia política en el exilio desde que esta saliera de Damasco por su apoyo a la malograda «primavera siria».

Israel, que conoce desde siempre las relaciones entre el Emirato y los Hermanos Musulmanes palestinos, lo que le permitió desentenderse totalmente de Gaza, y que se ha servido de esa relación para negociar treguas en las sucesivas «guerras» que han asolado a la Franja, «descubre» ahora la «verdad» y lanza una bomba en la línea de flotación de cualquier tipo de solución humanitaria para la Franja.

Netanyahu tiene un grave problema. Cuatro meses después, sigue sin rescatar un rehén y sin acabar con la resistencia de Hamas en Gaza. Poner punto final a la operación, y no digamos acceder a intercambios con prisioneros palestinos, certificaría la derrota militar de un político derrotado el pasado 7-O.

Netanyahu en su laberinto. Solo le falta criticar públicamente a Biden. Al presidente estadounidense, octogenario, le da un síncope preelectoral.