Raimundo FITERO
DE REOJO

El precio del cuerpo

Hace unos años descubrí que debido a que me dejé embaucar por cajas de ahorros, prestamos y seguros, valía bastante más muerto que vivo. Los que tenemos la magnífica costumbre de leer novela negra y ver programas televisivos sobre crímenes diversos, estamos alertados de lo que significa tener un seguro de vida a favor de alguien que, supuestamente, te quiere mucho. Los cazadores de recompensas acumulaban los afiches de «Wanted», y la cuestión es que cobraban igual si entregaban el cuerpo del buscado vivo o muerto.

Por lo tanto, hay que empezar a pensar en serio sobre el precio del cuerpo. dos líneas argumentales divergentes, entendemos que algunos de los cuerpos que pasean por alfombras rojas, mesas de tertulias, películas o simplemente centros administrativos están de esa manera de revista debido a lo que se gastan sus portadores en comidas especiales, gimnasios, cirugías reparadoras, productos de cosmética. Parece evidente que existe una tendencia a cambiar de medidas pectorales y de convertir los glúteos en algo firme.

Hasta que hemos llegado a una revelación: han detenido a una banda que se dedicaba, al parecer, a robar cadáveres y vendérselos a ciertas universidades para que los alumnos practicaran. Se abre una incógnita, porque sabíamos que los estudiantes de cirugía practicaban con animales muertos. Otra incógnita. Lo que el sumario dice es que un cadáver se puede vender por mil dos cientos euros, lo que nos sitúa ante la duda razonable más irrazonable, ¿todos los cuerpos tienen el mismo pecio? ¿No importa el tamaño ni el peso?