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KOLABORAZIOA

Lo previsible y lo deseable


Ya nadie duda de que finaliza un ciclo político y se inicia uno nuevo basado en la promoción de espacios colaborativos caracterizados por el diálogo sosegado y racional, respeto, empatía y entendimiento en la búsqueda de intereses comunes. Espacios en los que las personas participantes se sientan protagonistas, cómodas, y satisfechas, al menos parcialmente, de los resultados.

Pero bien es verdad que la inercia de la política caduca caracterizada por la opacidad, unilateralidad e imposición nos lleva a escenarios como el que estamos viviendo con el proyecto del BCC en Manteo.

En más de una ocasión he definido este proyecto como una oportunidad perdida, pues estoy convencido que los intereses del BCC, de diferentes sectores, asociaciones y agentes y las necesidades existentes en otros barrios de la ciudad podían confluir positivamente si se hubieran trabajado con el nuevo modelo de hacer política que será una realidad generalizada a corto plazo. Hacen falta cambios para ello, claro.

Recuerdo la primera vez que se nos presentó este proyecto. Además de pedir información sobre la necesidad real de este segundo edificio y las aportaciones que el BCC hace y puede hacer a Donostia, hicimos dos preguntas básicas: ¿qué trabajo de participación y elección de posibles ubicaciones se ha hecho? ¿En base a qué se propone, y quién lo hace, una ubicación concreta que, ya entonces, opinamos era inadecuada?

No hubo respuesta clara ni entonces ni después por parte del Gobierno municipal. Ya en esa primera reunión, en la moción que llevamos al pleno en septiembre y posteriormente, sugerimos y propusimos reconducir el proyecto, previendo lo que era previsible. Lo habitual cuando se sigue la senda de las viejas maneras de ejercer el poder: se filtra pomposamente una noticia, la gente se preocupa, no entiende, no comparte, pide información, se moviliza... y ante la nula respuesta, la ocultación de información, la política de hechos consumados, las medias verdades o el incumplimiento de lo afirmado públicamente surgen la crispación y el enfado. Previsible y comprensible. La respuesta organizada de las personas que se sienten afectadas y las de cada vez más gente que está harta de esta falta de diálogo en la práctica política es señal inequívoca de que este ciclo político agoniza y debe acabar ya.

Lo deseable era y es una gestión abierta, con total transparencia, en un espacio impulsado por el gobierno local, participativo, en que se trabaje esa solicitud del BCC, analizando las oportunidades que un proyecto así puede aportar a la ciudad, valorando las necesidades de actividades motoras insistentemente demandadas en otros barrios de la ciudad, respondiendo a las carencias existentes en una zona saturada como es Gros. Y con un objetivo fundamental: conseguir que el proyecto sea aceptado, integrado y valorado como positivo por el barrio y por la ciudad. No se ha hecho así.

¿Estamos a tiempo? ¿Por qué no? Recuerdo las obras iniciadas de la estación de autobuses que se pararon y se intentaron reubicar en Riberas de Loiola. Se trabajó de manera abierta y participativa y hubiera sido una realidad si en el último momento intereses partidistas ajenos al bien general no se hubieran impuesto. La vieja política. O tantos cambios que se realizaron sobre proyectos planteados en Txomin y Martutene, atendiendo a las nuevas propuestas que surgían en la mesa creada por el Gobierno de Bildu.

¿Qué nos hace falta? Cambio de ciclo, cambio en las maneras.