Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
«ARGYLLE»

El vacío y lo vertiginoso

En el último trabajo de Matthew Vaughn, conocido por su trilogía “Kingsman”, nos adentramos en un mundo donde los espías y la escritura se entrelazan de manera caótica y frenética. En “Argylle”, Bruce Dallas Howard interpreta a una escritora de novelas de espías que se encuentra bloqueada en la creación de su próxima obra protagonizada por el letal superespía Argylle, encarnado por Henry Cavill.

Ante la presión de su madre y la falta de inspiración, decide embarcarse en un viaje en tren que cambiará su vida. En este viaje, se cruza con un espía real, interpretado por Sam Rockwell, quien le ayuda a comprender que sus creaciones literarias están cobrando vida propia. Acompañada por su peculiar mascota, un gato llamado Alfie y que siempre viaja dentro de una mochila, la protagonista se ve inmersa en una serie de giros imprevistos y situaciones alocadas que desafían la línea entre realidad y ficción.

“Argylle” pretende reflexionar sobre el poder de la creación artística y su capacidad para influir en la realidad, pero esta reflexión se ve eclipsada por la frenética acción y los giros inesperados de la trama.

Su galería de personajes es atractiva y se refuerza con una exploración de sus identidades ocultas, pero la película se convierte en una sucesión de coreografías de acción descabelladas y solo a ratos estimulantes.

Secuencias como la del tiroteo sicotrónico en el interior de un carguero aportan elementos visualmente impactantes, pero aquel director que nos sedujo con la película “Kick-Ass”, pierde la oportunidad de profundizar en la realidad y su contacto con la ficción y opta por un constante esfuerzo por sorprender al personal, dejando al espectador con una experiencia que puede resultar entretenida pero, en su conjunto, es muy superficial e incluso agotadora.