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FRACASO EN ARGENTINA

Milei retira su «ley ómnibus» y se zambulle en la confrontación

El presidente ultra de Argentina, Javier Milei, ha decidido volver a la casilla cero ante su negativa a aceptar más concesiones. Desde Israel, donde lloró en el Muro de los Lamentos, llamó «delincuentes» y «bestias» a los diputados que no dieron su apoyo al paquete y que esto es «la casta contra el pueblo». Vuelve la amenaza de un referendum. Impericia, inexperiencia y táctica.

(Ronaldo SCHEMIDT | AFP)

Un golpe de timón a ritmo trumpista. El ultra Javier Milei ha decidido pisar el acelerador y dar un salto mortal a la piscina de la polarización y el choque total con la oposición, incluso con faltas de respeto verbales, tras no poder obtener la aprobación de algunos puntos que consideraba clave en su polémica «ley ómnibus».

De visita oficial en Israel desde hace dos días, donde dio un respaldo acrítico al Gobierno de Netanyahu (hasta prometiendo el traslado de la Embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén), el líder ultra dio la orden de activar la crispación y la confrontación con los grupos parlamentarios que han rechazado darle un cheque en blanco.

¿QUÉ HA OCURRIDO SI EL PROYECTO HABÍA SIDO VOTADO A FAVOR TAN SOLO UNOS DÍAS ANTES?

Una cóctel que ha mezclado impericia política, errores de táctica y peculiaridades del reglamento parlamentario.

El viernes por la noche, la Cámara de Diputados aprobaba el proyecto en general, como un todo, que luego requería lo que se llama en el argot local «la votación particular», es decir, una nueva votación punto por punto, artículo por artículo. La normativa local lo permite para que los presidentes puedan obtener los avales a una iniciativa en general y que luego los legisladores tengan la posibilidad de no apoyar pequeños detalles de la misma con los que no coinciden, sin impedir la gobernabilidad.

El problema es que se trataba de decenas y decenas de artículos de variopintos asuntos, que iban desde la delegación de facultades legislativas en el Ejecutivo, hasta la privatización de cuarenta empresas públicas, incluyendo desregulaciones importantes de la economía y una moratoria fiscal.

Otro problema para la Casa Rosada fue de táctica y tiempos: en una inusual administración del timing parlamentario, el Ejecutivo llevó las cosas a tal extremo que la votación en particular comenzó casi tres días después de la general. Todo el entramado de negociaciones y concesiones corría el riesgo de caer como un castillo de naipes ante la presión de las protestas sociales y los grupos de interés.

Hubo muchos artículos que no lograron la mitad más uno de los apoyos de los 257 diputados (La Libertad Avanza, solo tiene 39 escaños). Si bien había obtenido 144 «síes» y 109 «noes», en cuestiones como la cantidad de empresas a privatizar y la forma de hacerlo, o la delegación de facultades, no alcanzaron suficiente consenso. El PRO, el partido de Mauricio Macri, y algunos peronistas de centro vinculados a los gobernadores llamados «dialoguistas» (y que necesitan dinero fresco del Gobierno central para sostener sus cuentas) apoyaron el paquete de leyes, pero en algunos casos esa mayoría se resquebrajó.

LA RESPUESTA FUE DURÍSIMA: DESDE ISRAEL, MILEI LLAMÓ «TRAIDORES» A LOS DIPUTADOS

que «votaron contra el pueblo» y los acusó de querer «descuartizar» la «ley ómnibus». En un gesto poco democrático y que encendió las alarmas de algunos aliados, ha intentado una suerte de lista negra exhibiendo en cuentas gubernamentales de X (ex Twitter) la lista de diputados que no apoyaron el proyecto.

«La Oficina del Presidente destaca la traición a sus votantes por parte de todos los bloques (grupos) que le dieron la espalda a sus promesas de campaña por una Argentina distinta. El pueblo jamás olvidará los nombres de aquellos que, pudiendo facilitar las reformas que fueron elegidas por el 56% de los argentinos, decidieron seguir haciéndole el juego a la casta», publicaba la cuenta oficial presidencial, y era reposteado por Milei y por muchos de sus acólitos.

El portavoz presidencial, Manuel Adorni, informó ayer que están analizando de nuevo convocar a un referéndum para impulsar el paquete de medidas. En tanto, el rostro amateur de un Ejecutivo inexperto ha quedado retratado con visos de surrealidad: el ministro de Interior (cartera sin competencias en seguridad y a cargo de la negociación política con las provincias y las Cámaras), Guillermo Francos, se enteró en directo en una entrevista por TV de que la «ley ómnibus» volvía a ser debatida en comisiones una vez que el Gobierno decidía retirarla, como dice el artículo 127 del reglamento.

Los próximos días, el Ejecutivo ultra retomará las negociaciones, pero algunos creen que este fracaso fue buscado para intentar conseguir, vía referendum o nuevos decretos, bajo la performance de la victimización, implementar las medidas que el Congreso no avalaría. Lo que ha quedado claro es que el modo confrontación está on.