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DE REOJO

Entre nubes y algodones


Para superar los traumas carnavalescos he decidido abrir consultas universales sobre la realidad, la virtualidad, los sueños y la información encapsulada. Abrevio. No sé si vivo en una realidad paralela, en un estado alterado de consciencia, en un abuso de la farmacología con receta o simplemente estoy entrando en un proceso de aterrizaje desde las nubes a los algodones postraumáticos. No entiendo nada o casi nada. Me esfuerzo, empleo los recursos de siempre y las aplicaciones actuales, pero no logro colocarme en un lugar confortable.

Todo me es ajeno, todo resuena en mi cráneo y se expande por los circuitos neuronales y nerviosos de tal manera que cuando veo decir a un agricultor que necesita vender tres kilos de melocotones para poder pagar un café en el bar, no sé dónde aferrarme para no delirar. O cuando aparecen tractores en las pantallas y no ni un agricultor de azada y riñones destrozados. ¿Dónde están los campesinos, los miles de braceros que forman parte del mismo negocio en este asunto? Si los dueños de tractores se quejan de la burocracia, ¿qué dirán los jornaleros emigrantes?

La demagogia climática de las voces ultras, la fobia contra la gente del cine, las declaraciones de Biden, las cartas de los amigos argentinos, mi última analítica, se presentan como hojas caídas de un calendario sin santoral y me van empujando hacia el escepticismo. Y piden la dimisión de Marlasca por un incidente entre una narcolancha y una patrullera de la Guardia Civil con resultado de varios muertos uniformados. Todo llega.

Y todo pasa.