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DE REOJO

Rinocerontes negros


Saber que, debido a los abusos de la civilización organizada en paquetes turísticos, peligran los rinocerontes negros en Kenia me coloca en el alféizar de una ventana interior que da un patio de vecindad universal donde hay demasiado ruido y olores cruzados hasta crear una densa neblina que impide el discernimiento. Escribo Kenia y las yemas de mis dedos al pulsar las teclas desprenden ignorancia geográfica y humanitaria. Si sumo la cantidad de habitantes de países a los que no soy capaz de ubicar en el mapa ni visualizar a sus dirigentes, sus necesidades, su gobierno o su cultura, seguro que superan a aquellos de los que tengo una somera información superficial debido a cuestiones periféricas, no profundas ni mollares. Es la información seleccionada por los interés de unos pocos que nos deforma de manera irreversible como ciudadanos del mundo.

Escribo Mbappé y seguro que una inmensa mayoría de los que estáis leyendo esta entrega sabéis a quién me refiero, y porqué, pero si pongo Navalni, así en seco, os van a entrar dudas razonables. Y eso que hoy es el gran protagonista de una noticia abrasadora. Alexéi Navalni ha aparecido muerto en una cárcel tipo gulag estalinista de Siberia. Era el preso político de Putin de mayor relevancia, lo que nos sirve un debate absorbente de un asunto del que desconocemos casi todos los detalles y todas las sospechas. Que muera de repente, en una cárcel, un preso político, no es buena señal, se ponga como se ponga el titular, el subtítulo y el antetítulo. Hasta los adjetivos primorosamente tallados suspenden en su capacidad identificativa absoluta.