Iban GORRITI
Entrevista
Amparo Sánchez
Vocalista de Amparanoia

«Hay mujeres que me dicen: ‘Amparo, esta canción tuya me salvó la vida’»

Amparo Sánchez celebra sus 30 años en la carretera con ‘‘Fan, fan, fanfarria’’ (Mamita Records, 2024), arropada por la bandaza Artistas del Gremio y con recordados éxitos re-cocinados. Quien sufrió el maltrato machista en su cuerpo llama a la reflexión sobre temas sociales y políticos de actualidad. Mañana actúan en Gasteiz, y el sábado en Bilbo.

(Raquel LÓPEZ)

Vuelve con un disco en el que revisa algunos de sus éxitos pasándolos por el circo, charanga, banda de música de calle, guiños gitanos, balcánicos… ¿Cómo surgió la idea?

Jugando con ideas, pasándolas por el tamiz de mi hijo, de 25 años, que está en la onda de lo que ahora está sonando. Tenemos un estudio en casa, un gran avance, y ya trabajadas las canciones, vamos al profesional. Luego lo hemos preparado para el directo con canciones más largas, para jugar con el público, algo que me encanta.

O sea que saltando desde el primer segundo…

¡Sí! Estuvimos botando desde la primera maqueta. Y todos los vientos aportaban nuevas ideas. Hemos hecho ocho conciertos para rodaje y es maravilloso ver la cara de cuando entraba un tema y luego lo reconocían. De hecho, hemos grabado ‘‘Somos viento’’ en directo, para que se convierta en himno por segunda vez.

¿Es Amparo prolífica en canciones?

Sí. Hago muchas canciones, pero no todas quiero compartirlas. Y me dicen: ‘‘¿Cómo no has metido aquella?’’. Si a mí no me ha convencido no hay nada que hacer. Tengo siempre algo que contar, mucho que ver conmigo.

Se suma a la nueva idea de presentar singles antes de publicar el disco.

‘‘Algo está pasando’’ no es lo más representativo, pero sí la primera que he compartido por la situación social, política y económica. Luego, ‘‘La balanza’’: no me había atrevido nunca a medio rapear, pero con esa letra lo hice. Mi hijo le dio un toque old school total. Él me dijo que hago un guiño al hip hop pero que sigo siendo yo. Es muy divertido en directo. Y la tercera, la que da nombre al disco: es nuestra histórica cómica, alegre, divertida, y que aglutina todos los factores del disco.

Acaba de citar algo importante en la parte literaria y de compromiso de sus canciones: situación social, política y económica. Por su integridad le han premiado en ocasiones.

Sí, estoy agradecida por los premios.

En una ocasión, «por entender su arte como medio para cambiar el mundo, contando en su repertorio con temas feministas que reivindican el papel de la mujer en el mundo».

¡Guau! ¡Qué bonito! Es bonito que digan eso de ti. Aunque no voy sumando premios, ni los tengo muy en cuenta, se agradece porque hay otras personas que ven que tu mensaje llega. Hay mujeres que me dicen: ‘‘Amparo, esta canción tuya me salvó la vida’’ o ‘‘no sabes cuánto te escuché y lo que me ayudaste’’. Llevo oyendo eso toda mi carrera. Entonces, si viene un premio, pues, gracias. Tengo la suerte de que a la gente le gusta verme cantar y para mí es una gran terapia que me limpia, me sana, me cura, me cambia. Sigo reconociéndome en versiones, en canciones que llevo cantando 30 años y que aún me devuelven a mi esencia. Tengo mucha suerte. Todo lo que pueda, para otras personas que se encuentran más débiles o necesitan ese abracito en forma de canción o mis libros. Yo hago lo que me sirve y, si le sirve a otra persona, aún mejor.

Se cumplen diez años de su libro «La niña y el lobo», en el que detalló haber sufrido maltrato y abusos de joven.

Sí. Escribirlo me hizo destapar otros recuerdos y reflexiones después del paso del tiempo. Para mí fue y sigue siendo una gran terapia hablar de él. E incidir en que fue una historia de superación; se pasa mal, en algunos momentos me pregunto cómo pude pasar por ahí. Hubo gente que quiso salvarme de ahí y sigo sintiendo no haberles hecho caso antes. Eran cosas que tenía que vivir y afortunadamente estoy viva para contarlo, porque otras compañeras no tuvieron esa suerte.

Fue precursora en 2014.

Ya habían aparecido otras actrices, de la farándula. Estaba latente. Sabíamos que a las mujeres se les pegaba en sus casas. Estaba normalizado y nadie se metía ahí. Por suerte, hoy la sensibilización es otra por la mayor parte de la sociedad. Hay más repulsa. Ves a una pareja discutiendo en la calle e intervienes: ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? Yo lo he visto. Tenemos un problema muy grande de violencia contra la mujer y con la propia violencia. Es terrible que el ser humano no hayamos sido capaz de mejorar y de solucionar nuestros problemas de forma pacífica. Es un desastre en el siglo XXI. En 2020, íbamos a estar volando por el aire y civilizados, y seguimos ensuciando el planeta, con guerras como Palestina y la violencia que nos rodea entre políticos, en una misma comunidad de vecinos, violencia en el tráfico, en la Sanidad, mucho problema de salud mental por nervios y todo mezclado con las noticias falsas, los acosos mediáticos…

¡Uf! Nos quedan, al menos, sus conciertos, de alegría y con pensamiento crítico.

Totalmente, pero, sobre todo, nos queda poner nuestra atención en cosas que nos gustan y nos hacen bien. Hacer cosas que no te gustan o estar con la persona que no quieres estar, o decir sí cuando quieres decir que no. Todo eso es un gran problema. Vivimos una incoherencia a nivel individual tan grande, que afecta a lo colectivo.

¿Cómo le damos la vuelta?

Vamos a pensar y sentir lo positivo. Aportar haciendo lo que nos gusta y nos hace bien, con atención y mucho amor, cuidando tu alrededor sin estar con personas tóxicas. Busquemos la energía bonita, detengámonos a mirar el cielo, las plantas, los ojos de un bebé… Hay cosas bellísimas. Y dejar los teléfonos un ratico largo y tomar más tiempo para estar con una sin esa obligación de distracción continua; que nos guste estar con nosotras mismas haciendo lo que sea.

Nos movilizamos menos en el marco cultural y social. ¿Somos más individualistas?

Sí. Totalmente. Pensamos que el dar un ‘‘me gusta’’ es como haber ido a la manifestación. Vamos distraídos. Si paramos nos daremos cuenta de que está la cosa horrible.

Qué relación tiene y qué momento vive la música de fusión de mujeres como Marina Ojos de Brujo, Lamari Chambao, Bebe…

Con Marina, antes de la pandemia tuvimos un proyecto, Queenky Potras-Potras callejeras, junto a otra cantante, Susana, y pensamos hacer temas, una maqueta... y llegó la covid-19. Admiro mucho a Lamari y le mando luz y mucha fuerza. Y, ¿Bebe? No la veo, escuché unas declaraciones suyas antifeministas que aluciné.

Más, tras haberse hecho famosa por temas muy feministas como «Malo» o «Ellas».

No he tenido mucho interés en tener una relación con ella. Me llevo muy bien con Rozalén, la amo. Ella me admira, cantaba mis temas, entre ellas el ‘‘Que te den’’. Hemos estado en los campamentos saharauis con mujeres. Y luego con María Peláez superbién, como con Rosario, son buenas amigas desde hace muchos años.

Y, ¿vascas?

También. Ahí está La Basu, con álbum nuevo y en contacto con ella. Afrika, cantante de soul, a la que le tengo mucho cariño. Y aquella que cantaba con Fermin Muguruza, que ahora no me sale el nombre…

¿Sorkun?

Sí, ‘‘la’’ Sorkun. Me da alegría que sigan en activo.

Tocará el «23F» en Gasteiz y al día siguiente en Bilbo. ¿No le da la impresión de que en Madrid hay muchas ganas de golpe de Estado y una nueva guerra como la de 1936?

¡Buuuf! Yo espero que no, la verdad. No me gustaría que fuéramos para atrás; sigamos para adelante. Yo creo que si estamos unidos como sociedad no se dará ese golpe de Estado o guerra civil. Creo que hay mucha resistencia a tener un gobierno ultraderechista, aunque está de moda en diferentes lugares.

El discurso es muy alarmante y con el diccionario de aquellos tiempos…

Siempre han estado ahí, pero ahora tienen protagonismo. Los medios de comunicación han tenido muchísima culpa de blanquear algo inblanqueable. Si no se les hubiera dado tanta atención mediática... Son gente inculta y retrógrada que siempre ha existido, pero hasta ahora en la sombra. A la que se atrevieron a sacar las banderas, ya estamos viendo lo que está pasando. La situación está peligrosa, pero confiemos en que somos más los que queremos progreso, libertad. Somos muchísimos más.

La juventud ahora en Madrid se siente subversiva siendo fascista. Ser ultraderechista, para ellos, es hoy ir contra el sistema.

Sí, ahí pasan varias cosas. Una es el modelo de los jóvenes, sus referentes, que muestran una vida de lujos. Los Youtubers, los influencers, exhiben ropa de marca y dicen que llevan cien mil euros en ropa encima, un carro que vale no sé cuánto, un reloj… Lujo y más lujo. Entonces, los jóvenes se sienten de derechas porque el modelo es ese: ultracapitalista. Esos son los valores que se están prodigando en forma de influencers, canciones o comentadores de videojuegos… ¿Sabes? Yo tengo que tener más millones y una casa que valga más y una novia ultramegaoperada y rehecha. Es el mundo al revés. Los jóvenes no están por la conciencia social: quieren un jet privado y hacerse megamillonarios. Está bastante lejos del lema que dice para todos todo y nada para nosotros. Y Tik-Tok crea una ideología muy fuerte de influencers que ha llevado a una carnicería el feminismo.

¿Qué siente al parir este nuevo disco?

Sigo sintiendo la misma emoción que con el primero. Siempre quiero tenerlo ya en mis manos, miro que se haya impreso todo bien, que no haya ninguna errata y lo regalo a mi gente más cercana, porque sé que les va a hacer ilusión. Y quiero saber qué les ha parecido, les digo: cuéntame, cuéntame. Deseando que me digan cuáles son sus favoritas. Una vez que ha salido el disco, ya quiero tocar las canciones en directo. Llevarlas al día a día.