Raimundo FITERO
DE REOJO

El cabo Roberto

Se acumula tal cantidad de sucesos que van jalonando la vida pública, política, social, religiosa o económica hasta convertirnos en habitante de un zoológico descatalogado. Priorizar es imposible. Me aterra lo evidente y es que Trump, tras el supermartes, va a ser el candidato de los republicanos y su contrincante hasta ayer en el partido dice que no lo votará. Enfrente tendrá a Biden que dice su embajadora en Madrid y Andorra que de cerca tiene una memoria prodigiosa y una rapidez mental fuera de serie. Uno de los dos tendrá el maletín atómico a partir de noviembre.

Cuesta meterse en este laberinto de la autodesignación de género, pero el caso del cabo Roberto, que se considera bigénero intersexual en aplicación de la Ley Trans, se ha convertido en un ejemplo del cachondeo, los fraudes de ley y demás asuntos que nos colocan ante una contradicción. Asegura que externamente es un hombre heterosexual e interiormente una lesbiana. Viendo su aspecto y su manera de expresarse, sin cambiar ni el nombre, me parece un insulto.

Dejando a Koldo, Ábalos y Puigdemont aparcados, es una estrategia equivocada la manera de exponer las propuestas que desde el ámbito de Sumar lanzan como globos sonda. No sé si estoy de acuerdo, pero lo plantean tan mal que es demasiado fácil atacarlos. Lo de los horarios de cierre de la restauración es un tema laboral. Lo de rebajar el IVA al arte contemporáneo, es una demagogia. Me queda el nombramiento del abogado y obispo Luis Argüello como presidente de la Conferencia Episcopal española: más retrógrado, imposible.