Raimundo FITERO
DE REOJO

Reforzar o combatir la indignidad

Miro hacia el oeste y veo el fantasma corpóreo de la extrema derecha instalada como una constancia que altera el ecosistema político. Ya no nos queda ni Portugal. Todo se va disolviendo en un ácido contaminante. ¿Cuánto falta para que el péndulo histórico llegue al final del pasadizo de la extrema derecha, choque con un muro de sensatez y vuelva a irse centrando y después albergando esperanzas de una redistribución de la riqueza más adecuada? No es consuelo de tonto, pero hay que estar atentos y practicar con el ejemplo.

Es insoportable revivir aquellas horas primeras del 11M, con un gobierno descerebrado, encabronado, mentiroso, manipulador, delirante. Ese detritus de la política que jugó a la guerra y montó una gran estafa, una gran mentira, para mantenerse en el poder y seguir robando. De ahí viene este Partido Popular desnortado, fugitivo de toda coherencia democrática, atrincherado en mentiras e indignidades. Junto a este partido corrupto, unos medios de comunicación que elaboraron una nefasta teoría de la conspiración que, eso es lo más grave, la mantienen veinte años después, haciendo imposible una convivencia o una conciliación. La misión actual de todo el conjunto del movimiento protogolpista es reforzar la indignidad desviando la atención.

Sí, recuerdo con precisión dónde estaba a las ocho de la mañana, a las tres de la tarde y los días siguiente. No soy capaz de explicar mi viaje interno, las dudas, lo intangible, la tensión, los convencimientos, la reconversión de todo en una reflexión profunda que ayudó a tomar trascendentes decisiones.