Un exitoso neurocirujano que no consiguió salvar a Haití
Respetado como médico, pero criticado como político, desde que tomó las riendas de Haití tras el magnicidio de Jovenel Moise, Ariel Henry intentó perpetuarse en el poder más de lo previsto, hasta que la insurrección de las bandas armadas que controlan gran parte de Puerto Príncipe le obligó a renunciar.
El político de 74 años se hizo un nombre gracias a su carrera como neurocirujano. Tras estudiar Medicina en Montpellier, dirigió el departamento de Neurocirugía de uno de los hospitales privados más prestigiosos y fue profesor en las universidades estatales de Puerto Príncipe. Su carrera política comenzó tarde. En enero de 2015, el presidente, Michel Martelly, lo nombró ministro de Interior, y tras un cambio de Gabinete, asumió Asuntos Sociales y Trabajo, antes de dejar la escena política por cinco años.
En julio de 2021, Moise lo eligió como primer ministro por su perfil moderado para diseñar un Gabinete de consenso. Pero eso no ocurrió, ya que dos días después, el 7 de julio, un grupo de mercenarios mató a Moise. El magnicidio sumió al país en el caos.
El primer ministro, Claude Joseph, tomó el control del Gobierno con apoyo del Ejército y reconocido por EEUU. Tras dos semanas de idas y vueltas, el 20 de julio Henry se instaló al frente de un Ejecutivo que ya carecía de legitimidad.
La investigación de la muerte de Moise aumentó la desconfianza hacia su figura porque la noche del magnicidio mantuvo contactos telefónicos con uno de los principales sospechosos.
Mucho antes, las pandillas habían extendido su poder en Haití. Hoy controlan gran parte de Puerto Príncipe.
Con un primer ministro impopular y cuestionado, Haití se embarcó en el cuarto régimen de transición de la historia de su joven democracia con la promesa de elecciones y una nueva Constitución.
Las pandillas se unieron para derrocarlo y el 5 de marzo amenazaron con una «guerra civil» si no dimitía. Henry se encontraba de viaje oficial en Kenia y de regreso tuvo que aterrizar en Puerto Rico.