XOLE ARAMENDI
DONOSTIA

Eduardo Chillida, visto a través de la cámara de fotos de Jesús Uriarte

Jesús Uriarte (Pasai Donibane, 1948) tiene una máxima cuando trabaja junto a creadores: no molestar. Con esa directriz abordó durante décadas (de 1982 a 2000) la colaboración que mantuvo con Eduardo Chillida, a quien conoció a través de Andrés Nagel, otro nombre destacado del arte vasco. Chillida se puso en contacto con él para documentar su producción y disponer así de imágenes para publicaciones, galerías y museos.

Chillida en la colocación del «Peine del Viento».
Chillida en la colocación del «Peine del Viento». (G. RUBIO | FOKU)

 

Jesús Uriarte realizó labores de documentación para Eduardo Chillida desde 1982 a 2000. Compaginó esa labor con su quehacer diario como fotoperiodista para “El País”, medio en el que se publicaron algunas de sus fotografías. «El trabajo junto a Chillida eran momentos de relax de lo que suponía trabajar en prensa», reconoció ayer, haciendo referencia a la dura tarea de los fotoperiodistas en los “años de plomo”. «Fue un lujo y tuvimos una relación muy buena. Solo tenía que tener cuidado de que él estuviera cómodo. El proceso suele ser similar con todos los artistas. Es bantante delicado, pero se llega a un entendimiento». Su colaboración, además, le permitía dedicarse a la cultura, un tema que le interesa desde siempre.

La exposición “Jesús Uriarte. Chillida lanean” abre sus puertas hoy en Artegunea, espacio gestionado por Kutxa Fundazioa en Tabakalera. Se enmarca en el centenario del escultor donostiarra y es una ventana abierta a su proceso creativo. A través de ese cristal también se deja entrever la personalidad de Chillida.

MATERIALES

La muestra, comisariada por Jon Uriarte, hijo del fotógrafo, está organizada en cuatro secciones temáticas que se corresponden con los materiales utilizados por Chillida: tierra, papel, acero y hormigón. Uriarte se amoldaba al momento y al espacio de trabajo. Su objetivo era ganar su espacio. Viendo las imágenes se diría que lo logró. Había momentos en los que se centraba en los primeros planos de las obras, sobre todo en las imágenes captadas en el estudio que Chillida tenía en la Villa Ingeborg, situada en el Alto de Miracruz. El fotógrafo prefería la luz natural que se colaba a través de las claraboyas del tejado. Lo hacía al mediodía, para contrarrestar las dominantes azuladas de la película diapositiva y poder reproducir con precisión los tonos cálidos de los papeles hechos a mano con los que trabajaba Chillida. Y otros instantes en los que se ayudaba del trípode. La construcción de las obras en hormigón de Chillida era larga y compleja. Había veces que Uriarte trepaba a la propia pieza o subía a las grúas utilizadas por los operarios para mostrar las esculturas en su totalidad.

Sin olvidar los momentos en los que debía tener mucho cuidado debido a la alta temperatura que se alcanzaba en la forja, lugar que ofrecía las mejores condiciones de seguridad y de trabajo para un fotógrafo, precisamente. Es evidente que de tantos años de colaboración nació una relación estrecha entre ambos creadores.

Uriarte no solo reprodujo las obras acabadas de Chillida, sino que también acompañó al escultor durante años en sus viajes. En 1995 Uriarte viajó al taller del ceramista Hans Spinner en Grasse (Estado francés), donde Chillida elaboraba las esculturas con tierra.

Tiene un apartado especial la instalación del “Peine del Viento” en Ondarreta. Uriarte tomó las primeras imágenes en agosto de 1977 y no fueron publicadas hasta mayo de 2001 en “El País”. Esto refleja el escaso interés que despertaba en aquella época la obra pública, en opinión de Jon Uriarte. Las imágenes dan fe de lo ingente de la operación.