Raimundo FITERO
DE REOJO

Del oasis a la meseta

Me siento como un ente bisagra entre humanoide y marioneta de plástico gris, amamantado por una tribu nómada de cantantes folclóricos en pleno proceso de desintoxicación. Ando muy desorientado en el desierto de los acontecimientos políticos, de tal manera que, de repente, me duermo la siesta en el oasis vasco y despierto en una tormenta de granizo en la meseta de la que huyo para acabar en el seco vergel mediterráneo donde hay tanta fruta y verdura que las longanizas las atan con perros.

El asesinato en una cárcel catalana de una cocinera a manos de un interno ha puesto a todos los funcionarios de prisiones en alta tensión, de tal manera que andan con protestas dentro y fuera, han bloqueado accesos a las prisiones catalanas, se ha extendido sus reivindicaciones a todo el personal guardián del ámbito estatal y encontramos un ambiente de terror en diferido que no presagia nada bueno. Los reclusos no reciben visitas, no salen al patio, es decir, se les priva de sus derechos. Se les va a tratar con más violencia, quizás con abusos y hasta tortura sicológica y todo acabará en una claudicación, porque son muchos los carceleros y pocos los derechos de los encarcelados.

Este es uno de los focos de alteración del orden desde dentro. También han aparecido manifestaciones de maderos y picoletos pidiendo aumento de sueldo, equiparación con lo que ganan policías autonómicas y locales. Lucha de clases entre uniformes. También se podría señalar como envidias. Desde mi convento tibetano creo que estamos en un episodio grave de obsolescencia programada de la democracia.