Pelos
A finales de marzo, el Parlamento francés examinará una propuesta de ley contra la discriminación capilar. Ojo, no para defender a los mondos, sino a los que llevan la melena suelta, a los que al parecer el mundo laboral considera menos serios y rigurosos. Tenemos polémica a la vuelta de la esquina y litros de tinta en los periódicos más serios, esos que ahora mismo conceden columnas en sus páginas interiores a los ataques racistas recibidos por la cantante francesa Aya Nakamura porque al parecer será designada para entonar el tema de apertura de los Juegos Olímpicos de París, carísimos por cierto, pero vitales para apuntalar la grandeur de Francia. Lo que no logrará una línea será el juicio al que serán sometidos Beatrice Molle-Haran y Txetx Etxeberri por su participación en el desarme de una organización armada, delito que al parecer es gravísimo en esta patria de los derechos humanos de chichinabo, que la pasada semana llegó a un acuerdo con los electos corsos en torno a un proyecto de estatuto de autonomía en una isla en la que ninguna de las organizaciones clandestinas ha entregado jamás las armas. El que entienda algo, que lo explique. Mientras, el texto sobre la discriminación capilar incluirá al parecer un artículo sobre el trasplante obligatorio y masivo a la población de los conocidos como pelos de tonto.