N.M.
OSASUNA

Budimir y Catena, cara y cruz rojillas

Budimir trata de driblar a Carvajal.
Budimir trata de driblar a Carvajal. (Idoia ZABALETA | FOKU)

Después de dos tropiezos consecutivos frente al entonces segundo clasificado, Girona, y el líder, Real Madrid, Osasuna no se ha resentido para tanto en la clasificación y en sus opciones de pelear por una plaza europea. Antes de esas dos mencionadas derrotas, la escuadra navarra ya tenía a tiro de piedra el mismo séptimo puesto que logró el curso pasado, a tan solo cuatro puntos de distancia.

Ahora, la diferencia se ha agrandado hasta los seis, con todavía nueve jornadas por delante por disputarse -un cuarto de la competición-, aunque, eso sí, con más rivales en la pelea, en la que se han metido también Villarreal y Getafe.

El traspié frente a los merengues también acentuó las dinámicas contrapuestas de dos jugadores rojillos que, por bien diferentes motivos, están siendo protagonistas a lo largo de la presente campaña.

La cara la volvió a poner Ante Budimir, quien no faltó a su cita con el gol, pese a que su acierto de cara a la meta contraria de bien poco sirviera para rescatar algún punto en el duelo de El Sadar. El ariete croata sumó su decimoquinta diana liguera, empatando con Borja Mayoral, que no va a jugar durante los próximos meses al estar lesionado de gravedad, y a solo una del actual pichichi del campeonato, Jude Bellingham.

PITOS PARA CATENA

La cruz de la moneda es para Alejandro Catena. Este pasado sábado recibió los primeros pitos desde la grada al ser reemplazado por Iker Muñoz. El central cometió un grave error en el 0-1 y llegó tarde en el salto para impedir que Valverde prolongase un balón que se convirtió en el 1-3.

No estaría de más recordar que han existido capítulos anteriores de jugadores que se dieron prácticamente por perdidos y resurgieron como el ave fénix, recuperando su condición de indispensables para el equipo.

Sin ir más lejos, el episodio de Juan Cruz, por quien Osasuna pagó una cantidad importante al Elche y que en principio no consiguió amoldarse -casi salió cedido- para acabar siendo una pieza fundamental por su polivalencia.