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EL CLAN DE HIERRO

Besando la lona


Sean Durkin se suma a la lista de directores cautivados por el universo de la lucha libre, un terreno explorado previamente en películas que tienen su gran exponente en “El luchador” de Darren Aronofsky. La fórmula del ascenso, la gloria y la caída, todo ello impregnado de sangre, sudor y lágrimas, continúa siendo una fórmula muy efectiva.

“El clan de hierro” comienza con un prólogo en blanco y negro ambientado en los años sesenta, mostrando a Fritz Von Erich en el ring. Aunque no logra alcanzar el éxito completo, este patriarca inculca a sus hijos Kevin (Zac Efron), David (Harris Dickinson), Mike (Stanley Simons) y Kerry (Jeremy Allen White) una pasión y una disciplina casi obsesiva.

A pesar de que algunos de los hijos muestran más talento y vocación para la música o el fútbol americano, terminan cediendo ante la autoridad dominante de su padre, quien dirige el negocio familiar en la conservadora Texas, mientras la madre Doris (interpretada por una Maura Tierney que hubiera merecido mayor protagonismo) observa con asombro en algunos momentos toda esta situación que amenaza con desbordarlo todo.

El otro personaje femenino con un desarrollo significativo es Pam (interpretada por la inglesa Lily James), quien se convierte en la esposa y compañera del protagonista, compartiendo sus aventuras y desventuras.

La obsesión del viejo luchador por ver a alguno de sus hijos coronarse como campeón de la National Wrestling Association lo lleva a realizar manipulaciones de todo tipo, con resultados trágicos. Sean Durkin, conocido por explorar relaciones humanas complejas con tintes perversos, demuestra habilidad tanto como guionista como director. El resultado es una película que se desenvuelve con ligereza y fluidez en sus momentos más oscuros.