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EUSKAL SELEKZIOA VUELVE AL VERDE TRES AÑOS DESPUÉS

El orgullo futbolístico uruguayo y vasco se dan la mano en San Mamés

Euskal Selekzioa volvió a demostrar que puede competir en el panorama internacional sin mayores problemas. Con muchas ausencias de titulares por ambos conjuntos, los dirigidos por Jagoba Arrasate tutearon a una doble campeona mundial y con 11 Copas de América en sus vitrinas, en un partido con ocasiones, temperamento y un par de goles.

Aunque amistoso, el partido también dispuso de la necesaria intensidad por ambos lados. (Ander GILLENEA | AFP)

Más de tres años después, el combinado vasco volvió a dejarse ver sobre un césped para demostrar que, si algún día se consigue finalmente la oficialidad tan reclamada, no va a ejercer el papel de comparsa en duelos oficiales. La calidad de los futbolistas de nuestro país está fuera de toda duda y ahora hace falta que los responsables institucionales y de organismos futbolísticos no cejen en su empeño de seguir persiguiendo un derecho que se viene demandando largo y tendido desde Euskal Herria.

Los jugadores vascos pusieron en práctica lo que mejor saben hacer, jugar al fútbol y plantaron cara a una Uruguay que, como Euskal Selekzioa, tenía muchas ausencias de posibles titulares. Pese a ello, el encuentro tuvo de todo lo necesario para que la grada disfrutase con los colores de su equipo: ocasiones, pundonor y la salsa de este deporte, los goles, dos legales y otros dos anulados por sendos fueras de juego, uno por cada bando.

El encuentro finalizó con tablas y cada contendiente dispuso de fases en las que llevó la iniciativa, si bien es cierto que la Celeste apretó lo suyo en la segunda parte y especialmente en el tramo final, en el que dispuso de un par de ocasiones inmejorables para llevarse el duelo, pero el palo y el desacierto charrúa impidieron tal circunstancia.

Desde el pitido inicial, los anfitriones tuvieron que hacer frente a la presión adelantada visitante, que dificultó enormemente la salida de balón desde atrás que había diseñado Jagoba Arrasate. Pese a ello, no hubo errores gruesos que pudiesen poner en tela de juicio la estrategia táctica e incluso, con el paso de los minutos, hubo una mayor fluidez en la circulación por parte de la escuadra vasca.

Eso propició también las primeras llegadas, con un Ares inquieto y activo por su flanco izquierdo para probar, tras una diagonal, al arquero uruguayo, aunque su disparo en el minuto 9 le salió excesivamente centrado y sin complicaciones para Israel. La réplica no se hizo tardar y Cannobio, uno de los que más presencia en la creación tuvo por el lado sudamericano, probó con un zurdazo desde la media luna que se marchó demasiado elevado (m.13).

El peligro se acentuó por ambos lados y el balón besó las mallas hasta en dos ocasiones, pero el colegiado De Burgos Bengoetxea decidió anular ambos tantos, aconsejado por el criterio de sus asistentes, quienes señalaron posición antirreglamentaria de Sola (m.25) y Rodríguez (m.37).

Ares siguió moviéndose con soltura y libertad de movimientos por las inmediaciones del área uruguaya para ensayar otro disparo, esta vez raso, cuya trayectoria se fue alejando de la portería, aunque no pasó muy alejado del poste derecho (m.43). Resultó ser la antesala del gol.

GRAN MOVIMIENTO

Su primo, Álvaro Djalo, dejó claro por qué le ha echado el guante el Athletic para la próxima temporada. Controló perfectamente un centro de Gorosabel, se deshizo con inusitada facilidad de sus dos marcadores con otro toque y se sacó un latigazo que hizo imposible la estirada del arquero charrúa en el último minuto de la primera parte.

Con ventaja se marchó Euskal Selekzioa al descanso, pero la alegría duró más bien poco. Apenas reanudado el envite, el bloque de Marcelo Bielsa anotó lo que sería a la postre el empate definitivo en un lance en el que a los anfitriones les faltó contundencia defensiva.

El 1-1 hizo crecer a Uruguay, que fue mejor en ese segundo periodo, aunque Moncayola, Villalibre y Zarraga dispusieron de buenas oportunidades para el 2-1. Pero más cerca estuvieron los visitantes de lograrlo, especialmente en los diez últimos minutos, con un cabezazo al poste de Rodríguez (m.84) y un último mal remate charrúa (m.88) que impidió el disgusto final y posibilitó que la afición se marchase con buenas sensaciones.