El viaje zigzagueante de dos hombres marcados

El exmúsico al que da vida Javier Gutiérrez es alguien que vive en un eterno aplazamiento de sus responsabilidades, pero que nunca olvida su optimismo. Se encuentra en un duro proceso de separación sentimental. Trabaja en un taller de reparación de vehículos en Valencia, complementando sus ingresos vendiendo marihuana. En su ruta tropieza con el personaje encarnado por Luis Zahera, un fanático observador de aves que contratará los servicios del primero para que lo lleve en su coche a observar unas grullas migratorias que, al igual que estos desafortunados personajes, se han desviado de su curso. Una ruta que incluirá muy diferentes etapas. La película narra dicho periplo en clave de tragicomedia. Entre medias, hay escenas de ternura, borracheras y risas que les permiten olvidar temporalmente las penas que los aquejan.

Como corresponde a una película de carretera, la aleatoriedad de sus experiencias se hace evidente. Pero hay una sensación persistente de que el guion se empeña en incluir todos los caminos por los que transita esta extraña pareja, lo cual a veces resulta excesivo. No obstante, tendemos a sentir una gran empatía con los protagonistas de esta eterna huida hacia adelante.

A veces, el diálogo hace un esfuerzo excesivo por destacar el simbolismo de los “pájaros” del título. Pero sigue siendo un motivo rico, fundamentado en un mensaje sombrío sobre la situación de Colombo y Mario en un mundo que cambia rápidamente. Como señala un personaje, los pájaros no tienen hogar, y “Pájaros” trata en última instancia sobre cómo estos dos soñadores perpetuos, cuyas vidas ya han llegado más que a la mitad, aún no han encontrado su lugar verdadero en el mundo.