21 ABR. 2024 KOLABORAZIOA Los dos estados o el mito de la solución Taher ALI De Samidoun y Al Yudur Esta promesa envenenada de los imperialistas lleva acompañando el saqueo y la masacre de nuestro pueblo desde hace más de un siglo. Casi olvidado y con telarañas, tras el 7-O vuelve a estar en boca de todos los poderosos mundiales y sus consortes. Se ideó para prometernos libertad mientras avanzaba nuestra limpieza étnica y así ha sido invariablemente a lo largo de las décadas. Precisamente por esto, el ala izquierda del movimiento genocida fingió aceptarla bajo el nombre de Plan de Partición. Su líder principal, el polaco Grün, que se cambió en nombre por Ben Gurion para sonar semita, aceptó con la única intención de asegurar una base con legitimación internacional para conquistar después el resto de tierra que fueran capaces. Así, a las violentas masacres de palestinos de los años 20 y 30 les siguió en 1948 la Nakba. Los colonos semitizados aceptaron la promesa de permitir el retorno de los refugiados a sus lugares de origen para lograr entrar en la ONU, aunque no cumplieron ni cumplirán porque es incompatible con el proyecto colonial. Además, mientras se acaba por exterminar a la población nativa, es necesario mantener el apartheid porque unas elecciones libres con mayoría de población palestina acabarían con el colonialismo desde el río hasta el mar. No existe la solución de dos estados. Porque aunque los colonizados renunciaran al retorno y se conformaran con los dos cachitos de Palestina, llamadas pomposamente «fronteras del 67», no sería viable un estado sin continuidad territorial. Por no hablar de la indisponibilidad de defensa o soberanía de aguas, espacio aéreo o fronteras. Ni mencionar que toda Cisjordania se ha reducido a una serie de bantustanes cercenados por muros, pogromos, y también ferrocarriles vascos de CAF. Dejemos en el tintero que el régimen colonial no renunciará a lo que precisamente es el núcleo de su reclamación territorial, con la legitimidad de su interpretación contractual de la Torá. Hablar de dos estados es mentir acerca de la naturaleza del problema, que no enfrenta a la colonia «Israel» con Palestina, sino con Palestina, Líbano, y Siria cuyos territorios ocupa y aspira a expandir. También ha ocupado Egipto y aspira a ocupar Jordania, Arabia, Irak e incluso Turquía mientras bombardea Irán en su cruzada (estrellada) por el Eretz Israel. Por ello es el único «país» del mundo que no se define así mismo fronteras. Por eso, sus ministros reivindican estos territorios abiertamente en recientes apariciones públicas. Aunque nos exterminaran a todos los palestinos y palestinas, no acabaría «el conflicto», pues luego seguirían contra otros árabes, contra persas, seguirán contribuyendo a la limpieza étnica de armenios... La «solución de los dos estados» es la canción que baila la Solución Final. Aunque los colonizados renunciaran al retorno y se conformaran con los dos cachitos de Palestina, no sería viable un estado sin continuidad territorial